El 17 de julio de 1998 empezaba una nueva era en la familia Borbón. Nacía Felipe Juan Froilán de Todos los Santos Marichalar, primer nieto del rey Juan Carlos. Un personaje de tebeo con presunta sangre azul y que estaba destinado a avergonzar a la Casa Real constantemente. No tardó demasiado: aquella patada a su prima Victoria de Quesada durante la boda de Felipe y Letizia, o poco tiempo más tarde, con aquel accidente con una escopeta disparándose un tiro en el pie. Travesuras de infancia que, con el paso del tiempo, degeneraron en fechorías de adolescente y adulto. Y así hemos llegado a este 2024 con 26 años, con el hijo de la infanta Elena desterrado de facto en Abu Dabi, haciendo compañía a la yayo emérito y huido, después de aquellos días locos de afters, redadas policiales buscando drogas de diseño, peleas y juicios pendientes.
Froilán continúa, oficialmente, como residente en los Emiratos Árabes. Poco tiempo pasa allí, en realidad. Lo echaron del trabajo en el que lo habían enchufado, y ya no quedan primos que vuelvan a contratarlo. Se supone que, tal y como aseguran veteranas periodistas ultramonárquicas, que todavía está "cerrando flecos" de la Cumbre del Clima del pasado mes de noviembre, donde hizo de runner y acompañante de VIPS. Deben ser unos flecos larguísimos, amiga. El cuento no se lo cree nadie, pero les da miedo reconocer la verdad: que el tipo es un zángano, que no tiene oficio ni beneficio, y que su única motivación en esta vida es saber dónde disfrutará de la siguiente juerga. Ay, España. Como la añora. Tanto que, cada dos por tres, la visita con un montón de planes de ocio en su agenda.
El sobrino proscrito de Felipe VI acaba de celebrar su cumpleaños en Madrid, en doble sesión: una comida en Zarzuela con la yaya Sofía, los primos Urdangarin que okupan el complejo residencial real, su madre Elena y su hermana Victoria Federica, émula en versión femenina. La influencer ya lo había felicitado en redes sociales de buena mañana (pasado el mediodía, cuando se levantan los y las señoras bien), pero quería contacto, el abrazo, el beso y el calor de su partner in crime. Froilán, sin embargo, tenía ganas de otro tipo de compañía,
La cita que más ilusión le hizo llegaba por la noche, en una cervecería famosa de Madrid y que es una de las favoritas de su hermana, experta en barras como él. Allí se plantó con Belén Perea, la famosa parejita intermitente por quien partió peras con Mar Torres. Un carpaccio de carabineros, un pastelito de queso, unas cuantas birras, abrazos, besos y fotografías. Y quién sabe lo que pasaría después, conociendo a este tándem que hace temblar la noche madrileña. Bueno, Froilán conoce la noche, pero también el alba y la empalmada. Quizás así ha acabado esta fiesta de aniversario de los 26. Lo que es seguro es que no será la última de esta semana. Que se preparen en Marbella y en Ibiza: Froilán anda suelto, peligro inminente.