El trabajo de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos en Abu Dabi es único en el mundo: te permite cogerte semanas de vacaciones cada mes del año. Un sueño húmedo para la mayoría de currantes de este universo y dimensiones paralelas, solo está al alcance del enchufado, tarambana e incorregible nieto de Juan Carlos de Borbón. Fue el rey emérito huido quien lo colocó a sus amigos jeques, mientras hacía de custodio de la infinita herencia que dejará, tarde u temprano, en paraísos fiscales. De la actividad laboral del heredero se sabe más bien poco: pasa como con la estancia en la cárcel de Iñaki Urdangarin, todo el mundo habla, pero nadie lo vio entrar en Brieva. Un mito. Coló durante unos días con la famosa Cumbre del Clima, donde teóricamente trabajó de acompañante y runner. Pero desde hace semanas que el chiringuito se ha hundido del todo. Y la farsa está a la vista de todo el mundo.
Juan Carlos vivo a caballo entre los Emiratos Árabes y Suiza. Una mudanza que coincidía con una crisis existencial de su nieto: había sido despedido del trabajo y no tenía nada que hacer, solo pensar en cómo salir de la jaula del desierto y volver a su movido Madrid. Que su abuelo desapareciera de la ecuación y dependiera de la tía Cristina le favorecía. Sin embargo, al yayo le interesa continuar con la residencia fiscal en Abu Dabi, y no reconoce su doble jugada. Por lo tanto, todos los planes y los llantos a su madre Elena no servirían de nada. La rabieta se la cobró en Madrid, instalándose por sorpresa durante dos misteriosas semanas. Por arte de magia, sí. Después volvía de manera breve, con escapadas a Baréin, a ver la Fórmula 1 e interactuar con el rey del país, íntimo de Juan Carlos y potencial primo para apadrinar al joven royal. Parece que no fructificó la cosa.
Tampoco es que la criatura se esconda, ni mucho menos. Es un privilegiado y no piensa cambiar ni un ápice. Solo así se entiende que subiera al carro de la boda del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con Teresa Urquijo, aumentando la tropa borbónica en el bodorrio más casposo. Era una excusa para una juerga a la antigua, un homenaje. Escapó del convite, se puso un chándal y una gorra, y al lío. Acababa a las 11 de la mañana del domingo en un after de una zona complicada de ocio en Leganés. Una furgoneta lo esperaba a la salida de un local muy peculiar, un buffet chino con hotel de 4 estrellas en medio de un polígono industrial. De allí, a la comida de cumpleaños de su padre Jaime Marichalar. Y el día siguiente, al funeral de Fernando Gómez-Acebo. Un tour de force.
Imaginamos que Froilán ha descansado de tanto movimiento y este miércoles se le ha visto en el aeropuerto de Madrid, a punto de abandonar España. Como siempre, con escolta. En esta ocasión también le acompañaba otro señor no identificado. A ambos les ha dado un abrazo muy intenso, con palabras que hacen pensar que no volverá hasta dentro de una temporada. La cara denotaba emoción. Después ha abierto la boca a los periodistas, amenazando con no marcharse en un chiste lacónico, pero lo más revelador es la voz del hermano de Victoria Federica: de cazalla. Se lo ha pasado bien. Ha valido la pena.
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