En la Familia Real hay cosas que nunca cambian. El abuelo engañando a Hacienda, la abuela haciendo ver que no sabe nada, las infantas incapaces de escoger bien un marido, Letizia operada y Froilán en un after. Es tan tradicional como el discurso de Navidad del tío Felipe: nunca falla. La opinión pública sigue intoxicada por los cronistas aduladores de la Corona que pretenden hacer creer que Froilán de Marichalar es otra persona desde que se exilió a los Emiratos con Juan Carlos. Lo obligaron a marcharse para evitar la imagen patética que ofrecía el primo de Leonor, precisamente el primogénito, el primero de los primos con derecho sucesorio. Froilán, en lugar de ofrecer la imagen formal que su posición le exige, encadenaba peleas de discoteca con arma blanca y detenciones en un after ilegal con menores y cocaína rosa. No hay que ser un experto para entender que las palabras cocaína rosa y menores si aparecen en el mismo titular al lado de la palabra Borbón, Zarzuela tiene un problema.
Zarzuela solucionó el asunto Froilán de la peor manera, en falso. En lugar de hacerle entender a un hombre adulto como él de 26 años que tiene que cambiar, hicieron como con el abuelo: que se vaya al extranjero. Si el problema no se elimina, vuelve. Y Froilán ha vuelto de los Emiratos al parking de la discoteca Amnesia de Ibiza a las 7:30 de la mañana con aquella imagen patética de los hombres y mujeres que se visten de noche con las mejores galas y salen del local de día, a plena luz del sol, medio borrachos o colocados y con alguno que exige seguir la fiesta en otro antro. Todo el mundo apuesta a que este alguien es Froilán, que cuando fue de invitado a la boda del alcalde de Madrid empalmó y apareció al día siguiente saliendo de un after a las 11 de la mañana, cuando los novios ya debieron estar en Madagascar por la luna de miel. Eso es Froilán. En realidad, eso es la educación de los inclasificables Jaime de Marichalar e infanta Elena. Los primos Urdangarin no han protagonizado nunca esta estampa que publica el digital Jaleos, 7:30 de la mañana:
Froilán es el hombre joven que habla con otro de que va vestido como él, tejanos blancos y camiseta negra y que después se marcha del parking con su amiga especial, la influencer Belén Perea. Las imágenes huelen a sudor y cocaína, exactamente lo que no necesita la Familia Real. Hay cosas que Zarzuela no puede solucionar. Camilo Villarino tiene demasiadas vías abiertas para ponerse a pensar qué hacer con el primo mayor de la princesa. No hay nada que hacer porque van tarde. Un adulto de 26 años ya hace lo que él quiere y Froilán ha decidido jugar a ir de rebelde, de nuevo rico con un dinero que no sabe ganar y que es de la familia. Su futuro no lo explicará la revista Hola sino El caso.