El mes de mayo del año 2004 el universo royal europeo sufrió importantes modificaciones. Dos príncipes herederos celebraban bodas en poco más de una semana: el 14 de mayo, en Copenhague, Federico de Dinamarca daba el "sí, quiero" a Mary Donaldson; el 22, en Madrid, era Felipe de Borbón el que se unía a Letizia Ortiz. Los primos de sangre azul escogían a dos mujeres de la misma edad y condición, plebeyas, para convertirse en las futuras consortes de sus reinos. Una meta que en aquella época parecía lejana, pero la inexorabilidad del tiempo ha acabado haciendo su trabajo. En el caso español, con la inestimable colaboración del comportamiento escandaloso del patriarca Juan Carlos; en el danés, por la ligereza del hijo de la reina Margarita, pillado con la socialité mexicana Genoveva Casanova en Madrid. Un caso que desencadenó una huida, un pacto in extremis, una abdicación y una coronación falsa y forzosa. Una mancha imponente en el reino más antiguo de Europa.

Casanova ha hecho temblar la monarquía de Dinamarca, no hay ningún tipo de discusión. El comportamiento de la exmujer de Cayetano Martínez de Irujo al destaparse el caso fue significativo: pánico, escapismo y ocultación voluntaria durante largas semanas. Las noticias que manaban del alboroto ponían contra las cuerdas a la institución; se hablaba de relación más allá de meros amantes, planteándose el divorcio y la ascensión de Genoveva al Olimpo real. Un incendio sofocado por Margarita, experta en estos pitotes. No es la primera vez que tapaba la porquería de sus niños. La diferencia, sin embargo, era que en esta ocasión la vergüenza alcanzaba cotas planetarias. Y que Mary estaba harta. 20 años de mentiras. Basta.

Federico y Mary en el día de su boda / GTRES

La mexicana ha destapado la retahíla de infidelidades de Federico X, las ha vuelto a poner sobre la mesa. Especialmente en un día como este, con los monarcas haciendo el papelón de matrimonio feliz mientras empiezan su segunda visita de estado de su reinado. La semana pasada fue a Suecia, ahora toca Noruega. Poco a poco, sin forzar. La memoria de Mary Donaldson tiene unas cuantas espinas clavadas: la primera, 4 años después de hacer efectiva su unión matrimonial. Lo fotografiaron besando a otra señora durante una cita nocturna por las calles de la capital de Dinamarca. Cierto que, como "venganza", vimos la portada de la australiana con el hermano de su marido, el polémico Joaquín, acercándose peligrosamente a sus labios durante una juerga. Un falso empate que el actual monarca deshacía poco después. En el año 2011 fue pillado bailando de manera sospechosa con una mujer rubia, justo el día antes que se celebrara el bautizo de sus mellizos, Vicente y Josefina. Y en 2017, un diario local afirmaba que había pagado 7.000 € a una misteriosa señora para que tapara su relación desleal. La gota malaya que hacía colmar el vaso de la paciencia de Donaldson.

Federico de Dinamarca y Genoveva Casanova / Lecturas

Hay que decir, aunque no justifique su comportamiento de ninguna manera, que Mary podría haberse informado un poco del talante del royal antes de dar pasos adelante en su relación, iniciada en los Juegos Olímpicos de Sidney del año 2000. Un coleccionista de amantes, de romances y de relaciones turbias, según los estándares de los Glücksburg. Un ejemplo: en 1992 fue detenido, junto a su pareja modelo Malou Aamund, conduciendo borrachos a toda velocidad y sin carné (caray, Christian). El Parlamento llegó a pedir que renunciara a sus derechos dinásticos, cediéndolos sobre Joaquín. Nunca claudicó, a pesar de su conducta reprobable. Es incorregible. Genoveva Casanova es el último cromo de un álbum vergonzoso.

Margarita II y el príncipe Federico de Dinamarca en 2001 / GTRES