El divorcio de la infanta Cristina es el que está siendo más complicado de firmar de toda la Familia Real. Letizia, Elena y Sofía son tres mujeres separadas o divorciadas y sus matrimonios fracasados no tuvieron tantos problemas para disolverse. En el caso de la emérita no es divorcio sino separación, pero su matrimonio ha dejado de existir como los de Letizia y Alonso Guerrero, Elena y Jaime de Marichalar o Cristina e Iñaki Urdangarin. La hermana pequeña del rey Felipe hace casi 2 años que decidió divorciarse al publicarse las fotos de su marido en brazos de otra mujer, Ainhoa Armentia. El matrimonio hacía años que no vivían juntos, desde la salida de la prisión de Iñaki cuando contra todo pronóstico, el matrimonio no reanudó la convivencia. Ella siguió en Ginebra y él en Vitoria. Pero no era oficial que Iñaki tenía una relación extramatrimonial que no era una aventura, era amor. Iñaki precipitó lo que quería: el divorcio. Y así hace 2 años que los abogados alargan la discusión.
El miércoles pasado Pilar Eyre reveló en exclusiva en Lecturas que el matrimonio no se divorcia porque la infanta no quiere que Iñaki se pueda casar con Ainhoa Armentia, no soporta la idea de sus hijos al lado de la nueva mujer de su ex. Este miércoles otra cronista royal catalana, Silvia Taulés, niega a Eyre y dice que el divorcio no se firma no por cuestiones morales o reticencias de Cristina sino por meros desacuerdos en la venta del patrimonio conjunto de Cristina e Iñaki. Escribe en Vanitatis: "Hay dos cuestiones que están alargando las negociaciones y que, pese a no tener suma importancia, no quieren dejar sin acordar. Se trata del piso de Bidart y de algunos de los regalos que recibieron cuando eran pareja". No saben qué hacer del piso en la costa del País Vasco francés porque tiene poco valor económico, es pequeño, humilde y turístico. Si tiene algún sentido conservarlo es para ir en agosto y los dos quieren adjudicarse este mes para hacer uso exclusivo. Al final se lo venderán.
El divorcio se retrasa a 2024 por el fastidio de repartirse o vender el viejo piso turístico de Bidart y otros regalos de mucho valor que recibió el matrimonio. Todo este revuelo se habría podido solucionar más fácilmente si Cristina e Iñaki hubieran pactado al casarse unos Capítulos Matrimoniales ante notario, un pacto económico muy habitual en matrimonios de gente rica para dejar en orden la economía y en especial cómo resolverían un divorcio determinando de entrada, por ejemplo, la pensión mensual a Iñaki. Eso es lo que tuvo que firmar Letizia, obligada por Zarzuela para dejarle claro que si se divorciaba renunciaba a la custodia de las hijas. Una condición ilegal según revela el primo abogado de la reina, David Rocasolano, pero para Letizia era aquello o nada. En cambio, los hijos de Cristina no están llamados a ser reyes y la infanta no fue obligada por Juan Carlos a firmar un régimen económico con su marido. Cristina renunció para evitar humillar a Iñaki. Y ahora se arrepiente.
De aquel amor ciego de Cristina ahora paga el precio. Si hubiera firmado unos Capítulos no tendría el problema del acuerdo de divorcio. Un matrimonio del que ya no queda nada. Ni los veranos en Bidart. Las fotos de Iñaki y Cristina en la playa hicieron correr mucha tinta, especialmente por la ropa ajustada de Iñaki. Según el peluquero barcelonés de la infanta Cristina, cuando iba a arreglarle el pelo a la torre de Pedralbes "Urdangarín se paseaba en calzoncillos por casa, veía sus músculos y su... uf, no me extraña que la infanta lo mirara con ojos de carnero degollado". La vieja teoría que Cristina estaba enganchada a Iñaki por su vigor sexual. Urdangarin cuando era duque de Palma firmaba mails como "el duque empalmado". Las joyas de la Corona ahora son de Ainhoa.