El 14 de febrero marca un día trágico y lleno de recuerdos para la familia Grimaldi de Mónaco, ya que en esta fecha se conmemora un mes más de la muerte de Grace Kelly, un suceso que dejó una huella profunda en la vida de su esposo, el príncipe Rainiero, así como en la de sus tres hijos: Carolina, Alberto y Estefanía de Mónaco. Sin embargo, para Carolina, ese día no solo representa la pérdida de su madre, sino también el fin de un romance. Para nadie es un secreto que el legado de los Grimaldi parece extraído de un guión de telenovela, donde la tragedia y la pasión se entrelazan sin cesar. Se cuenta que una bruja lanzó un hechizo a Rainiero I en el siglo XIV, condenándolo a la infelicidad matrimonial, una creencia que ha impregnado de un aura misteriosa a esta famosa familia.
Pero la dinastía Grimaldi no solo ha legado infortunios, también ha sido fuente inagotable de intrigas, dignas de un guion de Hollywood. Si de avivar la llama del interés se trata, nadie lo hace como Carolina de Mónaco, la primogénita del matrimonio entre Rainiero y Grace Kelly. Carolina, conocida como "la novia de Europa" en los años 70 y 80, se convirtió en el centro de atención debido a sus romances tumultuosos. Su relación con Philippe Junot y su posterior divorcio, seguido de su romance con Guillermo Vilas, mantuvieron a los medios ocupados durante años.
El romance con Guillermo Vilas: un amor intenso y efímero
El romance entre Carolina y Vilas comenzó en abril de 1982, cuando se conocieron en Montecarlo durante un torneo de tenis. Lo que siguió fue una historia de amor apasionada y tumultuosa que capturó la imaginación del público en ambos lados del Atlántico. En junio de ese mismo año, la pareja decidió escapar del implacable acoso mediático y se embarcó en un vuelo rumbo a Honolulu, Hawái, en busca de unos días de paz y privacidad
Su romance tuvo una duración de cinco intensos meses, a pesar de la oposición de la Familia Real monegasca. Sin embargo, este amor prometedor se vio abruptamente interrumpido el fatídico 14 de septiembre de 1982. Fue ese día cuando el Rover P6 que conducía Grace Kelly, junto a su hija Estefanía, se precipitó por una ladera mientras regresaban de su finca en Roc Agel, Francia.
Un nuevo rumbo tras la tragedia
Después de la muerte de Grace, Carolina y Guillermo se encontraron en una posada entre Montecarlo y Niza, donde Vilas le entregó un anillo de compromiso. Sin embargo, la tragedia y las responsabilidades familiares obligaron a Carolina a posponer sus planes de boda y asumir el papel de Primera Dama del Principado, tal como su madre lo había deseado. A partir de ese momento, los caminos de Carolina y Guillermo Vilas se separaron para siempre. Fue en diciembre de 1983 cuando Carolina finalmente contrajo matrimonio con Stéfano Casiraghi. Sin embargo, la tragedia volvió a golpear a la familia Grimaldi cuando Casiraghi falleció en un trágico accidente durante un campeonato de off shore en 1990, dejando a Carolina sumida una vez más en el dolor y la pérdida.