Juan Carlos I y Sofía nunca se quisieron. El emérito estaba enamorado de Olghina de Robilant, mientras que la reina consorte bebía los vientos por Harald de Noruega, pero el amor no fue correspondido. No le quedó más remedio que casarse con el padre de sus hijos. Fue una boda desastrosa y lo que vino después no mejoró. Ni tan siquiera dormían juntos, solo mantenían relaciones para tener descendencia, buscaban al varón que heredaría el trono, pero no llegó hasta el tercer intento.
Los dos mantuvieron las formas, pero Juan Carlos tenía otra vida extramatrimonial. Dejaba una mujer en cada puerto. Algunas eran relaciones esporádicas y otras calaban dentro, como las que mantuvo con Bárbara Rey, Corinna Larsen o Marta Gayá, con quien mantiene la amistad. Por la empresaria alemana que terminó traicionándola estuvo a punto de divorciarse de la reina Sofía y permitir que sufriese otra humillación pública. Ella nunca quiso dejar en ridículo al emérito. De hecho, estuvo a punto de divorciarse cuando descubrió las miles de humillaciones, pero la reina Federica no se lo permitió, su rol era el de reina.
Juan Carlos I se lo pasaba en grande con varias mujeres a bordo del Fortuna
Juan Carlos no fue buena persona con Sofía, pero tampoco con muchas de sus amantes. El programa ‘Socialité’ reveló algunas informaciones de los veranos del emérito a bordo del fortuna. A veces tenía un comportamiento inoportuno. "El rey Juan Carlos en Mallorca se sentía muy libre y poco controlado", afirma la periodista Vanessa Sánchez para el programa de María Patiño. "Si se enteraba que había una fiesta en casa de algún amigo suyo se presentaba allí sin avisar", añade otro periodista, Esteban Mercader, de Última Hora.
A estas declaraciones se le suma la de un paparazzi que siguió la vida a todo lujo del emérito en Mallorca, sin embargo no quiso revelar su nombre por las incendiarias declaraciones. En aquel momento, la reina Sofía ya sabía que Juan Carlos le engañaba con otras mujeres. Cuando desaparecía mucho tiempo con su yate sabía que iba con alguna mujer. En alguna ocasión cogió la lancha ‘Somni’ para perseguirle a toda velocidad y pillarle con ellas a bordo. Buscaba una prueba visual de la infidelidad. "Él salía con sus amigas y nadie sabía qué pasaba en el barco porque era imposible seguirle todo el día en alta mar", ha empezado contando. La entonces reina no pillaba nunca a su marido porque éste se encargaba de tirarlas por la boda en alta mar cuando le comunicaban que su mujer estaba cerca.