La intimidad de la vida matrimonial de Felipe VI y la reina Letizia ha sido objeto de constante escrutinio público, particularmente desde la revelación de un supuesto romance entre Letizia y Jaime del Burgo, que ha sacudido los cimientos de la monarquía española. Esta crisis profunda ha expuesto las grietas en la relación de la pareja real, destacando la falta de estabilidad y confianza desde sus inicios tumultuosos.

Desde la crisis inicial en 2013, atribuida al caso Nóos, la relación entre Felipe y Letizia ha sido una montaña rusa emocional, exacerbada ahora por acusaciones de infidelidad que han dejado a la consorte enfrentando el escrutinio público sin el apoyo esperado de su familia o los monárquicos. La falta de complicidad entre ambos se refleja en sus apariciones públicas, donde cualquier gesto o mirada es analizado minuciosamente por los medios y especialistas en la corte.

Felipe Letizia GTRES

Felipe VI tiene un ritual cada vez que discute con la reina Letizia

Aunque mantienen una distancia visible en sus agendas individuales, las tensiones en Zarzuela han dado lugar a discusiones frecuentes, algunas de ellas bastante acaloradas según fuentes internas. En estos momentos de conflicto, Felipe tiene un ritual singular para despejar su mente: dirigirse a una gasolinera cercana a El Pardo.

La periodista Pilar Vidal reveló en 'Espejo Público' el inusual hábito del monarca durante los desencuentros con Letizia. Este ritual, comparado con las escapadas en moto de su padre, el rey emérito Juan Carlos I, revela un patrón intrigante de comportamiento. Felipe visita la gasolinera, compra donuts de chocolate y se toma un tiempo para consumirlos antes de regresar al Palacio Real. Es una forma peculiar de encontrar algo de paz en medio de las turbulencias matrimoniales y los desafíos de la vida pública. "Cuando el monarca necesita desahogarse, así como su padre cogía la moto y emprendía vuelo, él va a la gasolinera que hay cerca de El Pardo, compra donuts de chocolate, se espera a que se los coma y vuelve a palacio", apuntó la colaboradora.

La elección de este lugar específico no es casualidad. Situada en la periferia de Madrid, la gasolinera ofrece a Felipe un espacio de anonimato relativo, lejos de los reflectores de la realeza. Es un refugio temporal donde puede procesar emociones sin la presión constante de su posición.