Carlos III observa con pesar la mala leche de la vida. Él, príncipe perpetuo de una de las coronas más importantes del mundo, se había hecho a la idea de que no llegaría a reinar jamás. Que Isabel II era inmortal, y que en todo caso aguantaría más que él de pie, pasando la corona a Guillermo, el primogénito que tuvo con la malograda Diana de Gales. La reina, sin embargo, cumplía con el ciclo natural de la biología y ponía al príncipe, ya con la polémica Camila Parker Bowles del brazo, en la tesitura de convertirse en monarca con casi 75 años. Un reinado relativamente breve, y que puede convertirse ahora en fugaz, un año y medio después. El cáncer se ha interpuesto en su vida y el desenlace genera inquietud, dudas y también medidas de precaución.

Los ingleses, maestros de la liturgia, el orden y el protocolo, empiezan a vislumbrar un déjà-vu: una nueva coronación. Guillermo, rey. Expertos en realeza del Reino Unido han empezado a hablar abiertamente en varios medios de esta hipótesis cada vez menos extemporánea. Carlos ya ha dado órdenes para preparar el traspaso de poderes, a la espera de su evolución de salud. La oportunidad de llegar al trono de esta manera tiene que resultar muy difícil de digerir: pierdes a un padre y, no lo olvidemos, tienes a una esposa en riesgo. Kate Middleton y sus problemas abdominales son otro motivo para contener la respiración en Buckingham, y al príncipe la situación lo está sobrepasando físicamente.

Carlos III / GTRES

Otro elemento desestabilizador es la relación con su hermano, Enrique de Sussex. Su salida de la Royal Family en la famosa cumbre de Sandringham y el posterior escándalo de las memorias, en las que se despachaba a diestro y siniestro, son hechos que no le perdona de ninguna de las maneras. Las acusaciones han sido graves, y la revelación de pasajes familiares, como una pelea|riña entre hermanos, provocaron un nuevo cisma entre las partes. La reconciliación es imposible; si Enrique no podía compartir habitación con Camila durante la visita fugaz a su padre enfermo, Guillermo no puede ni quiere hacerlo en todo el país o reino. Lo quiere fuera. En California, Canadá o las Maldivas, pero lejos de Buckingham Palace. Casi como una sentencia de muerte.

Enrique de Sussex / GTRES

El portal 'Palace Confidential' ha filtrado el mensaje enviado a través de unos emisarios al marido de Meghan Markle: "Pase lo que pase, respetaremos el acuerdo de Sandrigham". Es decir, ¿elegiste marcharte montando un escándalo? Perfecto. No vuelvas. El mensaje es diáfano. Las palabras de la reina Isabel, afligida pero firme, resuenan en la cabeza de Enrique, que estos días repetía "quiero mucho mi familia". La difunta monarca expresaba que "hubiéramos preferido que continuaran como miembros de la Familia Real que trabajan a tiempo completo, pero entendemos su deseo de vivir de manera más independiente". Aquel día se dibujó una frontera. Y es infranqueable. Enrique lo tiene negro con el futuro rey de Inglaterra. Una vez más.

Guillermo de Gales / GTRES