La resaca futbolera y patriotera de la Eurocopa está siendo muy pesada. Ver a la selección española celebrar el título como la despedida de soltero más arcaica, cuñada y vomitiva ha hecho despertar a los pobres ingenuos que se han llenado la boca durante semanas con eso de que 'La Roja' es de todos, antirracista, moderna y blablabla. Triste España, absolutamente cautiva de sus complejos y que ni siquiera sabe ganar de manera sana.
Bien, después tenemos el caso de Inglaterra, que tampoco está para tirar cohetes. La derrota, merecidísima en términos deportivos, pero inaceptable para los hooligans y aficionados británicos, ha hecho daño. La soberbia los supera. Para ellos va este consejo: todo pasará. Es fútbol, es decir: es un pasatiempo. Uno que mueve millones de euros y provoca emociones, pero fútbol. Nada más. Ahora bien, si es tu excusa para desatar otras actitudes, es tu problema. Y tu penitencia al mismo tiempo. En cambio, hay otros comportamientos que te perseguirán durante toda la vida. Y que te retratan, te desenmascaran. Pinchan globos artificiales. Por ejemplo: el de la famosa flema británica.
El palco de la gran final del campeonato europeo de selecciones nos ofreció el encuentro entre los royals españoles e ingleses. Felipe VI y la infanta Sofía, de un lado, y Guillermo y George de Inglaterra, por el otro. Como el duelo futbolístico fue emocionante y no se resolvió hasta las postrimerías del partido, asistimos a una serie de imágenes furgoleras 100% de los supuestamente comedidos miembros de la realeza. Esto entra dentro de la normalidad de este tipo de acontecimientos. Lo que no tiene perdón es lo que Guillermo hizo antes de empezar el partido, cuando fue saludado por una mujer en el palco VIP. Los diarios ingleses, que han analizado minuciosamente la escena, son concluyentes: el royal la insultó de manera burda e injustificada.
"Sausage". Salchicha, en inglés. Este término es el que Guillermo masculló al librarse de esta señora, de nombre Franziska Giffey y vicealcaldesa de la ciudad de Berlín. La palabra no hace referencia al hecho de que el royal tuviera hambre, tampoco su hijo George. Se trata de un adjetivo que roza el racismo, pero que sobre todo es de una mala educación aterradora, y que quiere decir 'estúpida'. "No estaba cómodo con la conversación" con Franziska, dice 'The Mirror', asegurando que el príncipe estaba molesto por algo que ya le habían preguntado antes en el palco. No tenemos datos, pero apostamos un guisante a que tenía algo que ver con su mujer Kate Middleton y su estado de salud. En todo caso, fuera lo que fuera, y teniendo en cuenta que la alemana no tenía ninguna mala intención en su pregunta, la sentencia es clara: Guillermo, córtate un poco. Qué vergüenza. Vergüenza real.