Guillermo de Inglaterra será, en el futuro, el rey más poderoso de Occidente, pero el peaje que pagará para alcanzar el hito está siendo muy caro. No es una vida fácil, la suya. La trágica muerte de su madre Diana, también la humillación de su padre Carlos III con la amante Camila Parker Bowles, la guerra fratricida con su hermano Enrique, y ahora el cáncer de su mujer Kate Middleton y, de rebote, el del monarca y progenitor. 41 años de montaña rusa. De traumas de todo tipo. Algunos los lleva impresos en la piel, en el sentido literal.
El heredero del trono no habla a menudo uno de estos incidentes, como aquel que sufrió cuando tan solo tenía 8 años. Era el año 1991, y estudiaba en régimen de interno en un colegio de Berkshire. Un compañero del centro lo hirió, dándole un golpe con un palo de golf. Por lo visto, accidentalmente, pero la leche fue importante. Le abrió una brecha de grandes dimensiones en todo la frente, pocos centímetros por encima del ojo izquierdo. Lo trasladaron de urgencia al hospital Royal Berkshire Hospital de Reading, donde le cosieron el desastre. Como recuerdo, una cicatriz que no ha desaparecido. En aquella época tenía más pelo, es la única diferencia. Todavía es bien visible.
Guillermo, que hace unos días asistía a la boda del multimillonario y amigo Hugh Grosvenor cabizbajo y en solitario, ha continuado con sus compromisos en Cardiff, la capital de Gales. Se trataba de una reunión en la Universidad Metropolitana, donde se hablaba de los beneficios de la utilización de las algas en diferentes productos. Una conversación con uno de los empresarios invitados propiciaba el recuerdo del royal de aquel trance: le preguntaban si le gustaba jugar a golf y su cara cambiaba por completo: "Nada de golf para mí", confesaba, mientras se señalaba la marca del impacto. Y añadía que, desde aquel día, este deporte había quedado desterrado de su existencia: nunca más ha tocado un palo.
La forma de la cicatriz genera bromas en el Reino Unido: Guillem se avanzó a J.K.Rowling y a 'Harry Potter', esculpiéndose una similar a la de la saga fantástica. De hecho, así la llama él mismo: la marca de Harry Potter. El primer libro de la serie salió a la venta el fatídico año de 1997 (la película, sin embargo, no llegaría hasta el 2001). Fatídico, sí, porque si en el mes de junio nacía un fenómeno mundial con sello británico, el 31 de agosto moría de manera violenta otro mito: Lady Di. Esta cicatriz es más dura de digerir y no se tapa. Todavía sangra, de vez en cuando, de las maneras más insospechadas.