El pasado 1 de septiembre, el mundo observó con atención mientras Meghan Markle y el príncipe Harry disfrutaban del concierto de Beyoncé en Inglewood, California, como parte de su gira internacional Renaissance. En esta ocasión,  los duques de Sussex, compartieron este evento especial con su amiga Abigail Spencer, quien trabajó junto a Meghan en la exitosa serie "Suits", y con la madre de Meghan, Doria Ragland, en uno de los codiciados palcos VIP del evento, pero lo que prometía ser una noche emocionante se transformó en un intento desesperado por acallar los rumores de crisis en su relación.

Meghan, de 42 años, parecía estar disfrutando al máximo del espectáculo de la "Queen B", pero Harry, de 38, tenía otro plan en mente. Mientras la ex actriz de ‘Suits’ se dejaba llevar por la música y la emoción, el hijo pequeño de Carlos III se mostraba aburrido y, en varias ocasiones, se le veía distraído revisando su móvil. Aunque en algunos momentos se unió a la diversión y se dejó llevar por la música, quedó claro que no estaba tan entusiasmado como su esposa. Pero lo más interesante de esta noche no fue la música de Beyoncé, sino las forzadas muestras de afecto entre Meghan y Harry.

Una aparición estratégica

En un intento por acallar los insistentes rumores de crisis en su relación, la pareja se dejó grabar en actitudes cariñosas. Sin embargo, esta estrategia no tuvo el efecto esperado, ya que las redes sociales estallaron con comentarios críticos sobre la actitud y el comportamiento de Harry. De hecho, algunos internautas sugirieron que el duque de Sussex fue obligado a asistir al concierto por su esposa, lo que ha generado aún más especulación sobre la salud de su matrimonio. A pesar de los esfuerzos por mostrar una imagen de unidad, las dudas persisten y las críticas no cesan. Desde ese concierto, Meghan y Harry han vuelto a aparecer públicamente, pero lo han hecho por separado. Aunque no ha habido una confirmación oficial de problemas matrimoniales, su reciente comportamiento sugiere que Meghan está cada vez más alejada de su círculo cercano y, posiblemente, de su esposo.

Un matrimonio en la cuerda floja

El 3 de septiembre, el príncipe Harry asistió solo al partido de Inter Miami, a pesar de que Meghan estaba invitada. Las gradas del Banc of California Stadium se convirtieron en una especie de alfombra roja, donde se reunieron celebridades de todo tipo. Aunque Meghan y Harry estaban en la lista de invitados, llamó la atención que fueran registrados por separado, lo que ha alimentado aún más los rumores de crisis.

Sin embargo, Meghan Markle no faltó a la celebración del cumpleaños número 42 de Beyoncé, a la que asistió con dos buenas amigas en lugar de su esposo. La cantante celebró su cumpleaños en el SoFi Stadium de Los Ángeles, rodeada de celebridades de la lista A como Katy Perry, las Kardashian, Adele y los Bieber. En esta ocasión, la duquesa de Sussex compartió la velada con la cantante de Destiny's Child, Kelly Rowland, y la actriz de Hollywood, Kerry Washington. A medida que las apariciones públicas de Meghan Markle y el príncipe Harry se vuelven más esporádicas y separadas, las especulaciones sobre la salud de su matrimonio crecen. Si bien algunos sugieren que sus recientes apariciones juntos son un intento de frenar los rumores de divorcio, lo cierto es que todo parece indicar que su relación está prácticamente rota.