El príncipe Harry, duque de Sussex, ha sido siempre transparente sobre el profundo impacto que la muerte de su madre, la princesa Diana, ha tenido en su vida. La trágica pérdida de Lady Diana en 1997, cuando el príncipe Harry tenía solo doce años, dejó una marca indeleble en su infancia y en su desarrollo emocional, así que en varias ocasiones, el príncipe ha hablado abiertamente sobre el dolor y el sufrimiento que experimentó tras la muerte de su madre, y cómo la falta de apoyo emocional en su familia agravó su angustia.

Recientemente, el príncipe Harry ha abordado este tema en el contexto de la crianza de sus propios hijos, Archie y Lilibet. En entrevistas y declaraciones públicas, ha denotado la importancia de estar emocionalmente disponible para sus hijos y de brindarles un entorno de apoyo y comprensión siempre que lo necesiten. El hermano del príncipe Guillermo ha mencionado que siempre está dispuesto a escuchar a sus hijos y a proporcionarles la ayuda de un profesional en psicología si así lo necesitan. Esta postura es un marcado contraste con su propia experiencia de infancia, donde, según él, no se le brindó el apoyo emocional necesario.

La familia del príncipe Harry no estuvo tan atento a él durante su infancia

El príncipe ha señalado que, en su familia, los temas emocionales y el dolor personal a menudo se evitaban. La reina Isabel II, su abuela, y el entonces príncipe Carlos III, su padre, no fomentaban discusiones abiertas sobre el dolor que él y su hermano, el príncipe Guillermo, sentían tras la muerte de su madre. El príncipe Harry ha expresado que este enfoque de no hablar sobre el trauma contribuyó a sus propias luchas emocionales durante su juventud.

Parte de esta dinámica puede explicarse por la complicada relación entre la reina Isabel II y la princesa Diana. Lady Di, conocida por su carisma y su conexión con el público, a menudo se encontraba en desacuerdo con las tradiciones y expectativas de la familia real. Su matrimonio con el príncipe Carlos III también fue turbulento, marcado por la infidelidad y la falta de apoyo emocional. El entonces príncipe de aquella época, ahora el rey Carlos III, mantenía una relación extramatrimonial con Camilla Parker Bowles, quien más tarde se convertiría en su esposa y la actual reina consorte.

La tensión entre Lady Diana y la familia real británica, junto con el enfoque tradicional y reservado de la reina Isabel II, creó un ambiente en el que los temas emocionales se pasaban por alto. En este contexto, no es sorprendente que los príncipes Harry y Guillermo no recibieran el apoyo emocional que necesitaban durante su infancia, sobre todo después del fallecimiento de la princesa Diana. La falta de conversaciones abiertas sobre su dolor y la ausencia de intervención profesional probablemente contribuyeron a las dificultades emocionales que ambos hermanos enfrentaron mientras crecían.

El duque de Sussex ha dejado claro que desea un enfoque diferente para sus propios hijos. La experiencia de perder a su madre y de no recibir el apoyo necesario ha influido en su visión de la paternidad. En lugar de evitar conversaciones difíciles, el príncipe Harry aboga por la apertura y la disponibilidad emocional. Cree firmemente en el valor de la terapia y el apoyo psicológico, y está decidido a romper el ciclo de silencio que marcó su propia infancia.