La muerte de Pilar de Borbón, víctima de un cáncer de colon en enero de este año, abrió la caja de los truenos entre sus cinco hijos, enfrentados por la herencia de la madre. Un testamento en forma de propiedades, acciones empresariales y mucho dinero que todavía faltaba repartir del todo. El problema lo tenían para decidir qué hacer con algunos de los inmuebles. Pero después de meses de reticencias, el portal Vanitatis ha podido saber, de fuentes próximas a la familia, que por fin se han puesto de acuerdo.
El principal motivo de discusión entre los cinco era decidir el destino de la casa familiar, ubicada dentro de una finca de la exclusiva urbanización Puerta de Hierro de Madrid. Beltrán, Bruno y Juan Gómez-Acebo tenían claro que había que venderla, aunque estaba donde habían vivido toda la vida hasta que fueron mayores de edad y se independizaron. Simoneta y Fernando, la primogénita y el hermano pequeño, se negaron en redondo. La mayor, por el valor sentimental. Y el benjamín porque se instaló ahí hace tres años, después de separarse de la multimillonaria griega Nadia Halamandari, y ahora la consideraba su casa. Entre ellos llegaron al entendimiento de que Fernando se podría quedar hasta que decidieran qué hacer de manera definitiva, y que se haría cargo de los gastos a solas. Pero durante este breve periodo se ha dado cuenta de que mantener la mansión cuesta un dineral, ha caído del caballo y se ha posicionado por fin con sus hermanos: se la venden. Jugada maestra.
El valor aproximado de la finca de Casa de Hierro es de 4 millones de euros. Un buen pellizco que se suma al precio de otra propiedad que también han puesto en venta. Se trata de la casa de veraneo que la hermana de Juan Carlos tenía en Calvià, en la isla de Mallorca. En este caso se calcula que vale unos 3 millones. Además, Beltrán y Simoneta ahora son los administradores de San Jacobo SL, la empresa que gestiona el patrimonio familiar y que cuenta también con un chalet de 300m² y 2 millones y medio de euros en la carísima calle de Velázquez de Madrid, en el barrio de Salamanca. Por otra parte, los cinco hijos son socios de la sicav de la madre, la sociedad que utilizaba para sus inversiones financieras. Todo esto sin contar una fortuna millonaria en metálico y un montón de joyas.