En todas las familias se cuecen habas. Y parece que en todas las monarquías tiene que haber un Froilán. Alguien que se pegue la vida padre y se vea envuelto en escándalos cada dos por tres. Y si hablamos de la familia real monegasca, este papel es para Pierre Casiraghi, tercer hijo de la princesa Carolina de Mónaco. Más que por su parentesco con la familia real del Principado, Pierre es conocido por una vida llena de excesos y escándalos que parecen no tener fin.
Aunque Pierre comenzó su vida de forma discreta, en sus años universitarios adoptó una personalidad completamente diferente. Con el paso del tiempo, pasó de ser un joven introvertido a convertirse en una de las caras más reconocibles en las fiestas exclusivas de la alta sociedad. Un aspecto que quizás heredó de su madre, Carolina, quien también tuvo su propio período de rebelión en su juventud, pero en el caso de Pierre, los escándalos y las drogas jugaron un papel protagónico.
El hijo más polémico de Carolina de Mónaco es el Froilán de la familia real monegasca
A los 25 años, Pierre había dejado atrás cualquier intento de moderación, entregándose por completo a una vida de desenfreno, donde el alcohol y las sustancias formaban parte de su día a día. Las fiestas de lujo y los ambientes exclusivos ya no le bastaban, y comenzó a involucrarse en situaciones que lo llevaron a rozar el límite de lo aceptable en la sociedad monárquica.
El altercado más mediático de Pierre ocurrió en 2012, en un club nocturno de Nueva York. Durante una velada con amigos de alta alcurnia, incluidos Stavros Niarchos III y otros personajes de la élite, Pierre se vio envuelto en una violenta discusión que derivó en una pelea física. Lo que comenzó por una simple disputa sobre una botella de vodka, terminó con Pierre hospitalizado tras recibir una paliza por parte del empresario Adam Hock. Este episodio dejó al príncipe con varios golpes en la cara y una mandíbula rota, un recuerdo imborrable de esa noche de excesos.
El apodo de ‘príncipe fiestero’ lo dice todo
A lo largo de los años, el consumo de drogas y los altercados violentos se han repetido como parte de la vida de Pierre Casiraghi, un joven cuya vida parece no conocer límites. Pese a las múltiples críticas y las intervenciones de su familia, en especial de su madre, la princesa Carolina, Pierre sigue siendo una figura controvertida dentro de la familia Grimaldi. Los escándalos no parecen detenerse, y a cada paso, se reitera su apodo de "príncipe fiestero", un título que lo persigue en su camino de excesos y desafíos familiares.