El divorcio de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se está demorando más de lo esperado. La pareja anunció su separación poco después de salir a la luz las imágenes de Iñaki paseando con Ainhoa Armentia junto a la playa. Y se esperaba que a partir del pasado 5 de junio, con Irene siendo mayor de edad, firmaran el divorcio definitivo. Que todos sus hijos fueran mayores de 18 años les permitía llevar el proceso en la privacidad de un notario. Sin embargo, han pasado ya más de siete meses desde entonces y ni rastro de la firma de Cristina en los papeles.
Cuentan algunas fuentes que el motivo que frena a Cristina es que no quiere pagar lo que reclama Iñaki Urdangarin. En este sentido, Monarquía Confidencial señala que Iñaki habría pedido un pago de dos millones de euros y una pensión vitalicia de 25.000 euros. Es decir, si la hija del rey Juan Carlos I paga, sería financiar la nueva vida de ricos de su ex pareja y de su amante, en lo que se traduce como una humillación.
Los celos de la infanta Cristina frenan el divorcio
Mientras tanto, otros apuntan que es la única forma que le queda a la infanta de retener a Iñaki e impedir que pueda hacer su nueva vida. En este punto cabe decir que se ha rumoreado que Cristina sigue muy enamorada y que, dispuesta a perdonarlo todo, le pidió a Iñaki que volviera al núcleo familiar.
En ambos casos estamos hablando de celos. Una envidia que también estaría repercutiendo en sus hijos. Sobre todo en Irene, Miguel y Juan. Son las víctimas de la rabia de la infanta Cristina.
Los hijos de Ainhoa Armentia, condicionados por la rabia de su madre
Se conoce que Pablo Urgangarin se ha posicionado equidistante en la pelea de sus padres. Entiende el dolor de Cristina, pero también los sentimientos de Iñaki. Y no quiere influir en las decisiones de ninguno. Tanto es así que Pablo incluso ya conoce a Ainhoa en persona. Distinto es el caso de sus tres hermanos. Ninguno de ellos ha querido saber nada de Ainhoa ni de sus hijos, dos jóvenes de 13 y 17 años. Pese a que Iñaki ya convive con ellos en Vitoria, se niegan a presentaciones oficiales. Y todo ello por la influencia de la rabia de la infanta Cristina.
Una situación que, de forma colateral, también afecta a los hijos de Ainhoa Armentia, repudiados por los hijos de la nueva pareja de su madre. Los celos de la infanta no les permiten establecer vínculos con los hijos de Iñaki ni formar un nuevo núcleo familiar con ellos. Se encuentran marginados en el centro de la polémica por culpa de la infanta.