Las tensiones en la familia Grimaldi parecen haberse vuelto insostenibles, y la última muestra de este conflicto tuvo lugar en el reciente bautizo de Victoire, la hija de Louis Ducruet y Marie Chevallier. Mientras la princesa Estefanía celebraba felizmente su primera experiencia como abuela, la gran ausente fue nada menos que su hermana Carolina de Mónaco, acompañada de sus hijos Carlota, Pierre y Andrea Casiraghi, quienes también decidieron no asistir al evento. Esta ausencia, lejos de ser una simple omisión, parece señalar el punto culminante de un enfrentamiento que tiene como epicentro una disputa por la herencia familiar.
¿El motivo detrás de esta notoria ausencia? Según rumores de personas cercanas al principado, los problemas entre las dos hermanas no solo vienen de sus personalidades tan diferentes, sino de una herencia millonaria que dejó el príncipe Rainiero. Esta guerra silenciosa, que lleva años en desarrollo, ha escalado ahora a una batalla entre sus propios hijos, quienes parecen haber heredado no solo una parte de la fortuna del abuelo, sino también los resentimientos familiares.
Herencias y rencores: el origen de las malas relaciones familiares
Carolina y Estefanía de Mónaco han sido, desde su juventud, dos figuras completamente antagónicas. Mientras Carolina se ha caracterizado por una imagen pulcra y tradicional propia de la realeza monegasca, Estefanía ha elegido un estilo de vida más libre y rebelde, alejándose de las convenciones reales. Estas diferencias ya habían generado un distanciamiento entre las dos, pero fue la herencia de Rainiero lo que marcó un punto de no retorno en su relación. Además, los rumores sobre la supuesta responsabilidad de Estefanía en el accidente de tráfico que cobró la vida de su madre, Grace Kelly, han añadido más tensión. Aunque Carolina lo niegue públicamente, este hecho ha dejado una herida profunda que ella no ha podido perdonar, cargando con un gran resentimiento en su corazón.
Fuentes cercanas al palacio afirman que Carolina y Estefanía comenzaron a enfrentarse seriamente cuando se hicieron oficiales las distribuciones del patrimonio de su padre. La primogénita, Carolina, se sintió con más derechos sobre la fortuna familiar, mientras que Estefanía defendía su propia parte de la herencia. Esta pugna no solo afectó a las hermanas, sino que también arrastró a sus hijos, quienes, según dicen, no mantienen relaciones cercanas entre ellos.
La disputa entre las hermanas Grimaldi afecta la relación entre sus hijos
La disputa entre Carolina y Estefanía de Mónaco ha resultado en una familia profundamente dividida, con sus hijos mostrando poco interés en relacionarse entre ellos. Mientras que Carlota, Andrea y Pierre Casiraghi, así como Alexandra de Hannover, siguen los pasos de su madre, adoptando un estilo de vida centrado en la alta sociedad y la vida pública, los hijos de Estefanía, Louis y Pauline Ducruet, han optado por un perfil más reservado, alejándose de las formalidades de la realeza.
Camille Gottlieb, la benjamina de Estefanía de Mónaco, es la única que parece interesada en integrarse en la realeza, a pesar de no estar en la línea de sucesión. Esta disparidad en sus estilos de vida, unida al conflicto por la herencia, ha acentuado aún más el distanciamiento familiar. El reciente bautizo de Victoire Ducruet ha subrayado esta separación, evidenciando que las tensiones entre las dos ramas de la familia continúan vigentes.