Jaime de Marichalar sufrió un ictus en 2001. El padre de Froilán y Victoria Federica se encontraba practicando deporte en un gimnasio de la capital. Le costó mucho recuperarse. Le dejó lleno de secuelas y con una movilidad reducida. Toda la familia real se volcó en sus cuidados, especialmente uno de los médicos más importantes del país. Se trata del cardiólogo Valentín Fuster, el hombre que salvó la vida a Jaime de Marichalar y que desde su infarto sigue su evolución.
Es uno de los cardiólogos más prestigiosos del planeta y a sus 80 años tiene la misma vitalidad que un joven de 20 años. Ha subido numerosas veces en bicicleta los 2.115 metros del Turmalet y ha prometido repetir la gesta este año. Director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Medical Center Neoyorquino. Es probable que este año termine sus labores y por fin se jubile. Se le renovó el contrato hasta los 80 años. Vive entre Nueva York y Madrid. En la capital dirige el Centro de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III.

La infanta Elena decidió trasladarse a Nueva York durante los siete meses de rehabilitación
Se le reconoció su labor con el Premio Príncipe de Asturias de investigación, catedrático en la escuela médica de Harvard, presidente de la federación mundial del corazón, posee mas de 34 doctorados honoris causa, y ha escrito más un millar de artículos médicos. Incluso la serie infantil ‘Barrio Sésamo’ creó una marioneta inspirada en él, el doctor Ruster, para concienciar a los críos de que adquieran hábitos saludables.

En 2014 se le otorgó el título de marqués de Fuster "por su destacada labor de investigación”. Es probable que sea una muestra de agradecimiento por parte de Casa Real por salvar la vida a Jaime de Marichalar. Juan Carlos I se preocupó mucho por la salud de su yerno favorito. El exduque de Lugo casi sufre una depresión. No quería que se le viese mal y demostraba ser el de siempre. La recuperación se alargó.
Valentín Fuster fue indispensable en la recuperación de Jaime de Marichalar. La infanta Elena decidió trasladarse unos meses a Nueva York junto a Froilán y Victoria Federica para que el exduque de Lugo pudiese realizar sus siete horas diarias de ejercicio bajo la supervisión de Fuster. Experimentó una considerable mejoría.
Los dos forjaron una gran amistad. De hecho, el médico testificó en el juicio del padre de Froilán contra la revista Epoca, donde negó que su paciente hubiese concedido estupefacientes.