El tiempo pasa muy rápido cuando echas la vista atrás, han pasado casi cinco años de aquella pandemia que mantuvo a todo el mundo encerrado en sus casas, y tres años ya desde que se filtraron aquellas fotografías en las que se dio a conocer la nueva relación de Iñaki Urdangarin. En aquel momento son muchos los que hablaban de infidelidad, pero realmente el matrimonio entre Cristina y el exjugador de balonmano estaba roto desde 2018, cuando el padre de sus hijos entró en prisión. Las visitas de la hija de Juan Carlos I se redujeron hasta el punto de desaparecer, y cuando recibió la libertad no apareció ni un solo día por Vitoria.
El exduque de Palma inició los trámites de divorcio cuando se filtraron las imágenes, si no hubiese sido por ello tal vez habría continuado manteniendo una relación con ambas mujeres. Iñaki y Cristina mantuvieron una ardua batalla legal para llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes. La infanta no estaba dispuesta a ceder y que viviese como un rey con la abogada a cambio de su familia. El exjugador de balonmano se aprovechó de los Borbón.
Juan Carlos I le pidió silencio cuando le juzgaron por el caso Nóos, pero Iñaki sabía perfectamente que no era el único implicado ni el único que conocía la trama y la ocultó. Podía haber acabado perfectamente con la corona y no lo hizo, pero a cambio el emérito tendría que pagar un precio muy alto. Según Juan Luis Galiacho, el padre de Juan, Miguel, Pablo e Irene cobró dos millones de euros en concepto de indemnización por un libro que le ofrecieron escribir y al que renunció y 25.000 euros mensuales de por vida, unas transacciones que le hace el emérito desde Suiza para no declararlos en la Hacienda Pública.
Hasta que no se divorció Iñaki Urdangarin aún contaba con algunos privilegios
Cristina e Iñaki tardaron dos años en firmar finalmente el divorcio, hasta la fecha el exduque de Palma continúa manteniendo algunos privilegios por formar parte de la corona. Tenía dos escoltas a su servicio que le acompañaban a todas partes, también protegían a Ainhoa Armentia, y podía hacer uso de algunas de las dependencias de Casa Real, como Marivent en Palma de Mallorca o la casa de Baqueira Beret.
El año pasado Iñaki Urdangarin fue con Ainhoa Armentia a Baqueira e intentó entrar en la casa, pero Felipe VI viajó con sus amigos hasta allí un solo día, solo con la intención de echarle. Se tuvieron que buscar un hotel. El exduque sufrió una de las humillaciones más graves delante de Ainhoa Armentia. Se mostró como un hombre poderoso, con acceso a muchos privilegios, pero ahora no es nadie. Ya como divorciado no puede optar a esos beneficios.