Vitoria-Gasteiz es una ciudad pequeña. Más de lo que podríamos pensar viendo que tiene 250.000 habitantes. Hasta hace poco más de una década, la vida se concentraba en su casco antiguo y en el ensanche. Ir a las piscinas, al campo de fútbol o a dar un paseo hasta la estatua de San Prudencio, en Armentia, era una excursión importante. Un manojo de calles, plazas, avenidas y muchas zonas verdes eran el todo. Con la expansión urbanística de los últimos tiempos la superficie ha crecido, pero el espíritu es el mismo. La capital de Euskadi es inmutable en este sentido. ¿Y qué quiere decir esto? Que todo el mundo se conoce. Especialmente en determinados ambientes. Y es más: si quieres saber de alguien, si lo quieres conocer en persona, tranquilo. No te pasará como en el Madrid de Ayuso. Es un pañuelo. Un pueblo grande donde se vive muy bien, pero donde no pasas desapercibido.

Todavía menos si tu nombre es Iñaki, tu apellido Urdangarin, si estás casado con una infanta de España y tienes una aventura fuera del matrimonio con una mujer que has conocido en el trabajo, en un despacho de abogados en pleno centro de la ciudad. Si sales en las revistas día sí, día también. Si hay un pelotón de reporteros persiguiéndote mientras vas en bicicleta. Las paredes hablan. En cada bar, después de cada trago del txikito, de cada bocado a un pintxo, se habla de ti. Como mínimo. Nadie, repetimos, nadie, se puede creer que digas que no los conoces. Precisamente lo que ha expresado la madre de Iñaki, Claire Liebaert, sobre la novia de su hijo. "No la conozco". De acuerdo: le otorgamos el beneficio de la duda. Pero esto solo quiere decir una cosa: que Iñaki se avergüenza de ella, que no la ha presentado después de, como mínimo, un año de idilio. Raro, raro, raro.

Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia en Vitoria-Gasteiz / Telecinco

Claire Liebaert, madre de Iñaki, no deja bien a Ainhoa Armentia

Claire y Cristina, futura ex mujer de su hijo, tienen una gran relación. Mantienen unos vínculos más fuertes que el propio matrimonio, aunque hace pocos días les vimos sentados juntos en el Palau Blaugrana en un partido de balonmano. Liebaert, siempre abierta con la prensa, ha dejado caer esta frase tan increíble después de asegurar que todos los Urdangas pasarán las fiestas juntos, en la urba donde vive la madre y que ha servido de refugio a Iñaki durante los días más duros de sus escándalos. Lo que sorprende, sin embargo, es que la señora haya dicho que no sabe con certeza si la Borbón también se sumará a las celebraciones navideñas. Podría ser. La que seguro que no pisa aquella casa será Ainhoa Armentia. Hay una línea roja que parpadea, un acthung achtung de manual. Parece que no es bienvenida, ni en la nochebuena ni el resto de días. Ni vino caliente, ni Olentzero, ni gaitas.

Iñaki Urdangarin con Cristina de Borbón en Vitoria-Gasteiz / GTRES

La madre de Iñaki Urdangarin prefiere a Cristina de Borbón que a Ainhoa Armentia

Cristina tiene en Claire a una gran aliada. Van en la misma línea. Resulta curioso, porque se filtró que uno de los requisitos de la hermana del rey Felipe VI Cristina para firmar el divorcio era que Ainhoa no se acercara jamás a sus hijos. La madre de Iñaki dice amén. Se supone que este extremo fue desmentido porque parece que no habrá firma hasta el próximo verano, cuando Irene sea mayor de edad. Pero esta frase de la abuela vuelve a abrir interrogantes. Y una certeza: no quieren a Armentia ni en pintura. Que Iñaki haga lo que quiera, pero lejos de su techo. La cosa se complica.

Iñaki Urdangarin, Pablo, Claire Liebaert y la infanta Cristina / GTRES

La Navidad es tiempo de hermandad, sí. Pero también de trifulcas. Y se huele una buena en Urdangarin etxea.