El Caso Nóos fue un antes y un después en la relación de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin con la casa real, y más concretamente con el núcleo duro formado por el rey Felipe VI y la reina Letizia. La sentencia, que señalaba a Iñaki por haber robado seis millones de euros de las arcas públicas de las Baleares, fue decisiva en la ruptura de Felipe con su hermana y su cuñado.
Tras aquello, Iñaki y Cristina fueron apartados de la casa real. Y ambos se mudaron a Washington, donde algunos paparazzi han asegurado que no lo pasaron nada bien. Paloma García Pelayo, así como otros periodistas de la prensa rosa, aseguraron que la pareja echaba mucho de menos su vida en España. Sobre todo la infanta Cristina, que nunca estuvo a gusto lejos de Barcelona.
La escena que pone en marcha el fin de la buena relación entre Felipe VI e Iñaki Urdangarin
Sin embargo, no fue la mano larga de Iñaki el inicio de la ruptura de las relaciones entre el ex jugador de balonmano y el rey de España. La animadversión viene de antes. Concretamente, las malas relaciones dan comienzo en 2008.
Ese año Iñaki Urdangarin cumplió 40 años. Y para celebrarlo, la infanta Cristina organiza una fiesta por la que pasarán numerosas personalidades. Y también el rey Felipe VI. Los invitados van y vienen, consumiendo los canapés y las copas que abundaban en el lugar. Y todo ello ocurre en un ambiente distendido.
Felipe VI deja en evidencia a Urdangarin
De repente, Iñaki hace un comentario que llama la atención de Felipe. Urdangarin habla de la vida familiar con Cristina y sus hijos. Y entonces suelta la bomba. Señala que le cuesta mantener la casa en la que vive la familia. Parece ser que se pasó a la hora de elegirla y tiene problemas para pagar lo que implica su mantenimiento.
Felipe, allí presente, no puede evitar intervenir. El rey, que se ha mostrado uno de los más austeros de la historia de los borbones, lo deja claro: “No habértela comprado”. Los presentes se quedan sin palabras en medio de un ambiente tensionado, mientras Iñaki se queda sin argumentos.
Una escena violenta que supone el inicio del deterioro de la relación entre Felipe y su cuñado y que acaba de romperse con el Caso Nóos, al que Iñaki recurrió para mantener el nivel de vida que no le estaba dejando el alto coste del mantenimiento de su casa.