Iñaki Urdangarin oficializó su divorcio con la infanta Cristina el pasado mes de enero, hace casi un año. Desde ese momento pudo llevar una vida de pareja más o menos normal con Ainhoa Armentia. Se acabaron las cláusulas que le imposibilitaban formar una familia. Empezaron a vivir juntos en la casa que se compraron en la urbanización donde vive su madre, una de las más prestigiosas de Vitoria, Ciudad Jardín. Además, durante los meses de verano, el exduque de Palma se fue de viaje con la abogada a cada uno de los países en los que se encontraban en ese momento sus hijos. Viajaron a Camboya para ver a Irene, a Ginebra para reunirse con Miguel, a Londres con Juan y a Barcelona con Pablo. Aunque al principio fue complicado, poco a poco se han estrechado lazos y estas Navidades se espera que sean las primeras del exjugador de balonmano con sus cuatro hijos y la familia de su pareja.
Se empezó a hablar de esta relación como una infidelidad. Se filtraron unas fotografías donde el exjugador de balonmano daba un romántico paseo de la mano de Ainhoa Armentia por las playas de Biarritz. Sin embargo, el matrimonio formado con la infanta Cristina estaba roto desde hace tiempo, concretamente desde que ingresó en prisión y las visitas de la hermana de Felipe VI se redujeron al máximo hasta el punto de desaparecer por completo.
Iñaki Urdangarin era un seductor en prisión
Después de haber permanecido cinco años en la cárcel, parece que la vida sonríe al ex de la infanta Cristina. El exjugador de balonmano acabó en prisión por el caso Nóos, pero no en una cualquiera. Le pusieron en un módulo solo para él, con una habitación igual de grande que la casa de muchos españoles, con televisión, baño privado y una cama King size. Además, disponía de muchas comodidades, acceso a un gimnasio, biblioteca o piscina. Incluso tenía acceso constante a un teléfono móvil. Estaba como un rey, nunca mejor dicho.
Lo poco que se sabe del ingreso en prisión de Iñaki es a través del libro que escribió Nacho Gay, Urdangarin: relato de un naufragio. En el retrato de Iñaki se habla de su obsesión por las mujeres. Era todo un seductor, también en prisión. Es más, en palabras del periodista, tal era la capacidad de seducción de Urdangarin que le "tiraba los tejos a Esther", quien ejercía de subdirectora en la cárcel. Él siempre se vio atractivo. Era alto y apuesto. Le costaba muy poco esfuerzo seducir a una mujer. Incluso con los hombres en el terreno profesional sabía seducirles, tenía mucha lengua. Él se creía todopoderoso al pertenecer a la corona, por encima del bien y del mal.