Imaginen a la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin como si fueran Quim Masferrer cogiendo un dardo y lanzándolo a un mapa de Catalunya como hace en El Foraster de TV3. Eso es lo que ha hecho la pareja, que ha puesto el ojo en un lugar del país como refugio de la presión mediática una vez él salga de prisión. Explica Sílvia Taulés en Vanitatis que "ni él ni su mujer soportan no poder pasar los permisos penitenciarios en la intimidad, con los suyos, sin ver cómo se escrutan sus sonrisas, sus paseos, los bártulos que cargan en el coche y los locales a los que acuden".
Urdangarin y la hermana del rey están hartos de ir a Vitoria y sentirse observados. Por eso ahora han decidido que cuando él vuelva a hacer las maletas, vayan al Maresme a buscar la tranquilidad que ahora no tienen. Explica el citado medio que hace tres semanas estuvieron en Mataró, donde estarían valorando seriamente la posibilidad de establecer allí su base de operaciones, de fuentes próximas a la pareja. Sin embargo, ¿por qué Mataró? "El Instituto Nóos trabajó para el Ayuntamiento de Mataró en sus años más activos, pero lo hizo con tantas instituciones que la cuestión pasó desapercibida". La respuesta, pues, la encontramos en el entorno de la pareja: “En el Maresme tienen casa muchas amigas de Cristina, como Marta Mas, regatista y decoradora, que durante años ha pasado parte de sus vacaciones en la zona”. Estar en una ciudad portuaria también sería uno de los motivos para escoger establecerse en la capital del Maresme.
Los Urdangarin-Borbón, pues, que estarán repartidos por la geografía catalana. Pablo, el segundo hijo del matrimonio, está instalado hace unas semanas en el barrio de Pedralbes de Barcelona, viviendo en casa de unos amigos, con la intención de volver a jugar a balonmano en el Esplugues, donde ya lo hacía antes de marcharse la familia a Ginebra. También vive en la zona alta de la ciudad la hermana de Iñaki. Ana Urdangarin vive en el Putxet, en una casa modernista de diferentes pisos donde la abuela, Claire Liebaert, pasa bastantes temporadas. Mataró, pues, toma la delantera para saber dónde irán a parar los cuñados de Letizia, y teniendo en cuenta qué poco le gusta a ella y a Felipe venir a Catalunya, no parece que los reyes les irán a visitar mucho. Mejor para los cuatro, deben pensar todos. La infanta y su marido ya lo habrían comunicado a su círculo más íntimo: "Improvisan mucho, en función de lo que va pasando... y a la vez calculan todas las posibilidades para que nadie las encuentre".