Boom!. La revista 'Lecturas' ha hecho estallar el circo mediático rosa en una categoría muy especial: la de la Casa Real española. Los matrimonios de los Borbones son un bluff: sólo uno parece resistir a las separaciones y las aventuras extramatrimoniales, el del rey Felipe y Letizia. El resto es un festival del fracaso: el de Juan Carlos y Sofía, el de Elena y Jaime de Marichalar y ahora el de Cristina e Iñaki Urdangarin. El exduque de Palma ha sido pillado in fraganti con una mujer rubia paseando de la mano en una playa de Bidart, en el País Vasco francés, destino tradicional de descanso y relax del matrimonio durante muchos años. Allí tienen una residencia en la que pasaron las fiestas de Navidad en familia hace un par de semanas, y también donde Iñaki se ha dejado retratar días después con esta acompañante. Una que según los primeros rumores habría conocido en el centro social Don Orione, donde lo contrataron para poder salir de la prisión de Brieva.
Las imágenes son muy sorprendentes, aunque, como bien explica Pilar Eyre en la revista, hacen que muchas de las cosas extrañas que habíamos visto en torno a la pareja empiecen a tener sentido. La exhibición en público, aunque parezca una humillación a la mujer con la que ha compartido 24 años muy difíciles, indican que el matrimonio estaba muerto desde hace tiempo. Nadie había osado decirlo al no tener pruebas tan concluyentes como las de 'Lecturas'. Ahora es fácil seguir la línea de puntos y acabar el retrato: Iñaki sin anillo de casado, salir de prisión y no querer vivir en familia, pasar el cumpleaños más solo que la una, fotos de Cristina con la familia de su marido con gesto triste en Vitoria-Gasteiz pero ni rastro del exjugador de balonmano... Todo cuadra.
A pesar de la repercusión, da la impresión que la Borbón conocía esta relación extramatrimonial. Ahora bien, la publicación hace daño. La imagen pública de ambos queda tocada: ella, por orgullo. Él, por repetir patrones. La hemeroteca deja en una posición no muy favorecedora a Urdangarin. Sus líos sentimentales han marcado su vida. Por ejemplo, cuándo dejó a su novia de siempre, Carmen Camí, al conocer a la hija del rey Juan Carlos, con la que se casaría con toda la pompa el 4 de octubre de 1997 en Barcelona. Nunca se demostró una infidelidad, pero el cambio hizo sospechar a más de uno. No pasó lo mismo con una revelación muy dolorosa para Cristina, y que llegó durante el trance más duro y traumático de su existencia: cuando tuvo que comparecer en el tribunal que juzgó el Caso Nóos: su marido le había puesto los cuernos.
Carmen Camí, así es la vida de la última novia de Iñaki Urdangarin: Leer https://t.co/9GSUdjJpXO pic.twitter.com/qufWprkTJq
— Juan Antonio Tirado (@jatirado) February 25, 2017
El procedimiento judicial hizo salir a la luz los correos electrónicos de Iñaki con una señora a la que llamaba "pedazo de mujer". Unos textos que no tienen más que una interpretación posible, y de los que su mujer no era consciente. "Es fantástico poder ver y sentir tu tono de voz", me pregunto, ¿dónde estás?", "no puedo dejar de recordar momentos bonitos que hemos pasado"... A pesar de aquella pillada, Cristina (siempre muy enamorada del vasco) lo perdonó e hicieron el tortuoso camino que tenían por delante juntos, en teoría. Pero en la práctica...
Como bien dice Eyre en el artículo, quizás no hay mal que por bien no venga: Cristina pierde a un marido, pero recupera a una familia. La Real. Un chollo.