Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin son dos polos opuestos, se repelen. Es la consecuencia lógica de la infidelidad del vasco con Ainhoa Armentia y el divorcio posterior. Que coincidan en el mismo tiempo y espacio es un milagro, solo se han visto para estampar la firma de la muerte del matrimonio, y en la fiesta de mayoría de edad y graduación de Irene Urdangarin. Citas ineludibles, vaya, como podría ser la hipotética boda de la benjamina con su primo Juan Urquijo, y que tiene la infanta escandalizada. De Iñaki, sin embargo, no sabemos nada, aunque apostamos a que no desea más relaciones con borbones, por muy lejanos que sean. El caso es que entre el exmatrimonio corre el aire, aunque se cumple una norma: Iñaki hace con su nueva pareja la vida que tenía con Cristina. Mismos lugares, mismas actividades, mismos hábitos.
Iñaki y Ainhoa se han marcado una escapada esta semana en Barcelona, un viaje que ha supuesto el retorno oficial del exduque tras meses de ausencia en la ciudad que representa tantas cosas en su leyenda. La buena y la nada buena, sí. Estaba al corriente de los planes de viaje de su exmujer y aparecía en la capital del país pocas horas después de que la hermana de Felipe VI la abandonara. El dato curioso y enrevesado es que la estancia de Cristina fue acompañada de Claire Liebaert, su exsuegra. Fueron al partido de Pablo contra su exequipo, el Barça. Iñaki, vetado, La bofetada es con guante de seda y puño de hierro. El hombre, ciertamente humillado, evitaba un encuentro muy incómodo recorriendo zonas de Catalunya como el Berguedà o el Empordà, donde se alojan en casa de su hermana, Ana. Y cuando confirmó que no había peligro, puso rumbo a Barcelona.
'Vanitatis' revela en exclusiva el recorrido de revancha de Iñaki en Barcelona, que irritará a Cristina: el hotel y el restaurante escogidos no son casuales. Mira que hay oferta en la ciudad, pero se repiten los mismos establecimientos. La comida fue en la terraza de La Balsa, en la zona alta de la capital, muy cerca del famoso y maldito palacete de 6 millones de euros que supuso su ruina. Un escenario habitual de las comidas de su ex con los hijos, especialmente con Pablo. Dicen que se mostraba "relajado y muy cómodo, sin escoltas, lo que le permite no tener que dar explicaciones. Y le vieron numerosos vecinos". Parece que se reunió con el joven deportista después de la comida. La versión oficial dice que él solo, pero bien podría ser acompañado y, por lo tanto, atravesando nuevamente la línea roja impuesta por la Borbón a sus hijos: lejos de Ainhoa Armentia.
Otro dato relevante de la excursión de Iñaki fue el lugar que no osó pisar: el Village del Open Banc Sabadell de Barcelona. Sí que comió con sus amigos de toda la vida en un restaurante de Pedralbes junto al club de tenis, donde era socio honorífico hasta el estallido del caso Nóos. Presentarse en el torneo habría atraído todas las miradas, y eso es lo que menos desea Urdangarin. Todas menos las de Cristina. Que vea bien la venganza de su ex.