Iñaki Urdangarin tenía junio de 2023 marcado en el calendario. Era el mes de su libertad. No la de la prisión de mujeres de Brieva, donde estuvo encerrado 2 años condenado por corrupto, sino de la otra prisión: la Familia Real. El 5 de junio, fecha de la mayoría de edad del último de sus cuatro hijos Borbones, era el final del camino. Ya no hay obstáculos para firmar el divorcio de la infanta Cristina. La revista Hola reveló que la fecha clave es el 16 de junio, el último día que Iñaki y Cristina tendrán que verse las caras. Han pactado estar juntos en Ginebra, Suiza, donde vive Irene Urdangarin para asistir juntos a la fiesta de graduación y de los 18 años de la chica. Y según revela Vanitaits, aprovecharán para ir a un notario suizo y firmar la ruptura definitiva del matrimonio. Punto final.
Iñaki ha hablado a través de sus conocidos, amigos y hermanos que viven en Barcelona para dejar dos cosas claras: Urdangarin no quería el divorcio, nunca pactó mostrar las fotos con Ainhoa Armentia que acabaron precipitando la ruptura porque Cristina ya no podía hacer ver que no sabía nada. Ainhoa era una más de las muchas amantes que ha tenido Iñaki casado con la infanta. Cristina conocía perfectamente las aventuras extramatrimoniales del marido porque salieron en los correos de Noos durante la investigación judicial. Pero la hermana del rey hacía la vista gorda por católica, por estatus y por los hijos. Iñaki quería seguir con el doble juego: cuñado del rey, con guardaespaldas, sin trabajar y multimillonario, pero en la cama con Ainhoa. Escribe el digital:"Su primera intención era la de mantener la relación con Ainhoa de forma clandestina y seguir con sus vidas. El divorcio no estaba incluido. Hasta que les pillaron y entonces tuvieron que admitir a sus parejas que estaban manteniendo una relación paralela. Sus vidas dieron un vuelco inesperado porque ni Iñaki Urdangarin ni Ainhoa Armentia pensaban divorciarse. Lo afirman tanto el círculo más íntimo de Iñaki como algunas amigas de Ainhoa (de antes de la relación con Iñaki)".
La segunda cosa que ha dejado clara Iñaki aparte de no querer el divorcio, es a quién culpa de su desgracia, y eso es nuevo. Se había dicho que quien mostró a Iñaki a hacerse de oro como comisionista vendiendo ser miembro de la Familia Real fue Juan Carlos, que hacía exactamente lo mismo. Pero a la hora de la verdad, Zarzuela dejó caer a Iñaki con la mítica frase del Jefe de la Casa: "Iñaki no ha tenido una conducta ejemplar". Era el pulgar hacia abajo del rey Juan Carlos: que pague Iñaki. Juicio, prisión y destierro. La culpa fue de Juan Carlos, sí, pero no solo. Había otra persona que con un solo gesto podría haber parado el proceso a Iñaki, y era Felipe de Borbón. El futuro rey se lavó las manos y ahora Iñaki lo culpa, también a Felipe, de todos sus males: "Con el divorcio da por finalizada también su relación con la familia real, la que, según él, le ha provocado duros quebraderos de cabeza. Urdangarin y toda su familia culpan al exrey, Juan Carlos I, y al actual, Felipe VI, de su condena y de su paso por prisión. Por este motivo, el divorcio será para él como quitarse un peso de encima".
Felipe dejó caer a Iñaki porque detesta que se haya dejado pillar, e Iñaki odia a Felipe porque no hizo nada para salvarlo cuando sabía que el suyo era el mismo modus operandi en los negocios que el de Juan Carlos. Ahora todo acaba como siempre se acaban estas cosas: con dinero. La Corona cierra la boca de Urdangarin solucionándole la vida con una millonada y una pensión mensual de 6000 euros. Sería una gran estrategia si no fuera tan indecente, tan explícita y tan desvergonzada.