La vida sigue. El día siguiente que Lecturas publique en portada las fotos de la nueva pareja de Iñaki Urdangarin, el todavía marido de la hermana del rey ha vuelto al despacho de abogados de Vitoria que le ha dado trabajo al salir de la prisión. Allí trabaja también su amante, o pareja ahora que el adulterio es público.
Un montón de fotógrafos esperaba a los amantes en la puerta y los ha retratado. Esta es su cara a las 7:30 de la mañana en una fría Vitoria:
Ella iba con un abrigo de piel animal, o de imitación animal, y mala cara. Ainhoa no se ha detenido a hablar con la prensa. Iñaki, con un anorak, sí que ha tenido unas palabras: "Estas cosas pasan y vamos en gestionarlo de la mejor manera".
Han llegado por separado, él en su bicicleta, que ha atado con candado iluminando la oscuridad, ella como una abogada enseñorada. Hay que recordar que hasta ayer Ainhoa viva en el domicilio conyugal con su marido, un empresario vendedor de coches de lujo, y dos criaturas. Tiene 43 años. Iñaki 54:
Pocos minutos separan las dos imágenes, la hora de entrada del despacho son las 8 pero han preferido ir antes para evitar fotógrafos. Error. Hacían guardia desde la madrugada. Ya están las fotos más buscadas, la cara de los dos amantes. Sólo falta la cara de la cornuda, la infanta Cristina.
Lo tiene fácil, que ponga la cara de su madre, la reina Sofía.
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Iñaki Urdangarin ya es un hombre en semilibertad. Con el tercer grado en el saco era libre para fijar un lugar de residencia y ha escogido Euskadi, con su madre en Vitoria. Sale cada día a trabajar a un despacho de abogados en bicicleta, gorra de lana y silencio sobre su futuro familiar.
Es extraño que un padre de familia numerosa pase dos años y medio en la prisión, desde junio de 2018, y al salir no vaya a vivir ni con la mujer ni con ninguno de los cuatro hijos.
Entre la madre de Iñaki que vive en Vitoria y la mujer que vive en Ginebra con la hija, Iñaki escoge madre y amante. Cristina escoge no moverse. El año escolar de la hija pequeña, Irene, sonaba a excusa. Iñaki no está con ninguno de los hijos. ¿Tres años de prisión y ahora eso? es raro.
Pablo vive en Barcelona, Juan en Madrid y Miguel en Londres. Eyre lo dejaba claro: "Es difícil de entender esta situación: su esforzado abogado ha conseguido la semilibertad, pero que su mujer siga viviendo a mil kilómetros como si no hubiera cambiado nada, por mucho que de vez en cuando visite a su marido"
El divorcio de los exduques de Palma parece la opción más realista. Sino, no se entiende.