El pasado 5 de junio era un día marcado en el calendario de Iñaki Urdangarin. Ese día Irene, la hija pequeña de los cuatro que tiene con la infanta Cristina, cumplió 18 años. Un momento que daba luz verde para que pudiera divorciarse de la hija del rey emérito Juan Carlos I en la tranquilidad de un notario. De hacerlo antes, tendrían que haber pasado por un juzgado, lo que habría generado algunas filtraciones.
Finalmente, no ha sido hasta recientemente cuando han cerrado todos los flecos de la separación. Y no será hasta el próximo mes de noviembre cuando llevarán a cabo el proceso.
Todo atado para firmar el divorcio
Mientras tanto, durante estos meses, han surgido numerosas informaciones sobre lo que Iñaki le había pedido a la infanta en este proceso. Bajo la amenaza de aceptar una oferta que tenía para publicar unas memorias que escribió mientras estuvo en prisión, en las que revela muchos secretos sobre miembros de la familia real, especialmente de Juan Carlos, habría reclamado dos millones de euros y un sueldo vitalicio de 25.000 euros. Era su particular venganza contra la familia real, de quien considera que le dejaron solo en el caso Nóos. Además, quería mantener a sus guardaespaldas, gastos pagados cuando tuviera que viajar para visitar a sus hijos y poder disfrutar de algunas propiedades de la familia real. Por ejemplo, del chalet que tienen en Baqueira. De hecho, Iñaki pidió poder ir durante el puente del Pilar.
Pero el acuerdo final dista mucho de lo que habría pedido Urdangarin. Se desconocen las cifras oficiales, pero algunas fuentes apuntan a una pensión mensual de 5.000 euros. Además, se libra de pagar manutención a sus hijos y de los gastos para ir a verlos. Y también se reparte al 50% el apartamento que compró a medias con Cristina en Bidart. Pero nada más. Los escoltas se retirarán en cuanto firmen el divorcio. Y ni hablar de disfrutar de las propiedades de la casa real.
Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, avisados
En este sentido, Iñaki ya ha recibido el aviso de que no lo quieren ni ver por Baqueira. Si se le ocurre ir, Juan Carlos I mandará a sus escoltas para desalojarlo a él y a sus acompañantes. Del mismo modo que Iñaki no perdona al emérito, Juan Carlos I tampoco tendrá escrúpulos con su todavía yerno.
Queda claro que el acuerdo de divorcio deja a Iñaki desprotegido. Una vez firmado, no podrá reclamar nada más. Y también se acabarán las buenas caras cuando Cristina y él coincidan en algún encuentro relacionado con sus hijos. De hecho, la infanta no quiere coincidir con él en ningún lugar público. El pasado martes ya vetó su presencia en el partido que su hijo Pablo disputó en Granollers frente al FC Barcelona. Se acabó el buen rollo.