La imagen de Leonor solo la pueden manchar actitudes prepotentes y de autoritarismo como las que, por desgracia con demasiada frecuencia, protagonizan los diferentes equipos de escoltas de la princesa. Cada salida de Leonor implica un mínimo de cuatro guardaespaldas que velan por su seguridad. Es un dispositivo grande pero normal tratándose de la heredera a la primera institución de España. Es la futura jefa del Estado. Es una mujer y es muy joven. Estas circunstancias han hecho que los escoltas tengan un exceso de celo en sus obligaciones. El Estado los contrata para evitar que Leonor sufra una agresión pero como que no hay noticia que nadie haya ni pensado en agredirla, se dedican a otra función, ilegal: evitar que le hagan fotos. Ha vuelto a pasar estos días que la princesa está en Huesca.
Cualquier persona popular de España sabe que nadie puede protegerla que le hagan fotografías en la calle. Lo dicen las leyes y la jurisprudencia. En el caso de Leonor es todavía más absurdo ya que su figura existe solo por una cosa: la imagen. Leonor, como su padre, no tomarán ni una sola decisión política, solo existen para hacer la misma función que la bandera: representar a España. Pero Letizia nunca lo ha entendido.
En las graduaciones escolares de las hijas prohibía los móviles para evitar que se difundieran imágenes de las niñas. En la Academia Militar como el internado de Gales había órdenes expresas a fin de que los alumnos no hicieran fotos de la princesa. Normal tratándose de recintos cerrados. Pero la calle es diferente. Ni un solo juez o ley puede prohibir hacer fotos a una persona popular que anda por la calle. A pesar de esta evidencia, los escoltas han vuelto a protagonizar un nuevo incidente, este vez con una señora de Jaca, que había hecho una foto de Leonor paseando por su población. Los guardaespaldas obligaron a la señora a borrar las fotos del móvil. Son órdenes de Letizia, que hacía lo mismo cuando Leonor era menor de edad, pero ahora se repite de adulta y con el visto bueno de Zarzuela. Es un doble fracaso: las imágenes salen igual porque no pueden hacer borrar todos los móviles de la calle, y la imagen de la princesa queda fatal con cuatro guardaespaldas que arrasan por donde ella pasa. Pretenden evitar imágenes frívolas como las de Leonor encima de unos autos de choque y toda la prensa va llena de las fotos de la princesa en los autos de choque.
Uno digital afín a Casa Real y a la Guardia Real ofrece la versión de los escoltas: "No damos abasto.Cuando vas andando normal, intentando no llamar la atención de muchos, y de repente escuchas 'Es la princesa', entras un poco en pánico porque no sabes cuántos móviles te vas a encontrar" (Monarquía confidencial). El problema de esta actitud chulesca de hacer que señoras mayores borren fotos que tienen todo el derecho a hacer es de las órdenes de arriba. Ya sucedió en la comentada noche de Leonor en una discoteca madrileña donde Zarzuela obligó a todo el equipo de camareras a firmar un acuerdo de confidencialidad, según reveló a La Sexta una periodista de Lecturas. El efecto fue exactamente el contrario: se supo todo, incluso la bebida con alcohol favorita de Leonor: vodka con limón.
Todos los vecinos destacan el contraste entre la amabilidad de Leonor con los que la saludan y el trato áspero de los escoltas exigiendo borrar los móviles. Todo por la manía sobreprotectora de Letizia. Cuando incluso se sabe el nombre del amante que tuvo la reina durante 2 años, Jaime del Burgo, Letizia y Zarzuela no han entendido que en materia monárquica, todo se acaba sabiendo.