La infanta Cristina es el miembro de la Familia Real que más tiempo ha vivido en Catalunya. Su boda fue el año 1997 y desde mucho antes que la hermana del rey se instaló en la ciudad por su trabajo en La Caixa. Aquí se casó, aquí se compró una torre a Pedralbes, aquí montaron el Instituto Noos, aquí nacieron sus cuatro hijos, todos en la Teknon, aquí espera volver. Cada vez que se añora coge un avión con la excusa de ver a su hijo Pablo, que juega al Granollers, o sus cuñados Urdangarin que viven en Barcelona, aparte de muchos amigos y compañeros de trabajo. Aquí la infanta es feliz. Nunca ha querido hablar catalán y en alguna ocasión ha exigido que se hablara castellano en su presencia. Hay un detalle de las costumbres catalanas que nunca quiso adoptar, hasta ahora. Durante los 26 años que ha durado su matrimonio con Iñaki Urdangarin, de 1997 a 2023, siempre ha llevado el anillo de casada a la mano derecha, contra la tradición catalana que indica que el anillo va al dedo anular de la mano izquierda. Pese a casarse en Barcelona, siguió la tradición castellana de los Borbones, el anillo a la derecha. Ahora, por sorpresa, ante el divorcio inminente, la infanta no se desprende de su anillo de casada pero lo ha cambiado de mano y ahora sí sigue la tradición catalana, lo luce en la mano izquierda.

infanta Cristina en Barcelona, IG

Lo ha destapado la revista Hola, que ha fotografiado a la hermana del rey en su visita del fin de semana en Barcelona con la excusa de ir a ver Coldplay en el Estadio Olímpico, unas fotos que solo publicó EN Blau.  Los paparazzis la retrataron paseando por el centro de Barcelona, concretamente en el Pasaje de la Concepción entre Paseo de Gracia y Rambla Catalunya, donde comió con sus hijos a Pablo e Irene en el Restaurante Tragaluz. Las fotos vestida de negro con|bolso azul son de este callejón precioso de la ciudad. El texto de la revista revela el detalle catalán del anillo.

infanta Cristina GTRES

Escribe Hola: "Tras la tormenta, Cristina ha vuelto a recuperar la sonrisa. Es una mujer nueva y enfocada en el presente, pero no piensa en rehacer su vida en el plano sentimental. Se encuentra en un momento de paz y serenidad. No duda en viajar a Madrid para reunirse con su madre, la reina Sofía; su tía, la princesa Irene de Grecia; su hermana, Elena; y sus amigos de siempre, que están encantados y felices de ‘haberla recuperado’. La Infanta ha recuperado la sonrisa.  Según se aprecia en las imágenes, sigue llevando su alianza de casada -antes en la mano derecha, ahora en la izquierda-. Un detalle que no ha pasado desapercibido, pero que tiene una explicación. Porque ese anillo no sólo es un símbolo de su compromiso con Urdangarin -un recordatorio del amor entregado y recibido-, también lo es con Dios, la familia que han creado y el respeto al sacramento. Como su hermana, la infanta Elena, que dijo que no se volvería a casar (y lo ha cumplido de momento), Cristina es una mujer profundamente creyente y, también, de voluntad inquebrantable".  La beata Cristina advierte: ni quiere a ningún novio, ni piensa volver a casarse ni se desprenderá del anillo que ahora cambia de mano para representar otra unión, la unión con Dios. Un gesto catalán que Zarzuela no comparte, siempre partidaria de la uniformidad. Hay que recordar que vetaron la parte en catalán del discurso del arzobispo durante la boda en la Catedral. La infanta se ha pasado 30 años viviendo en Barcelona, con idas y venidas y le ha costado una eternidad adoptar esta particular costumbre catalana. Si se hubiera casado en separación de bienes, típicamente catalana, mejor le habría ido el acuerdo de divorcio.