Leonor Borbón Ortiz recibe un regalo por sus 18 años, una herencia envenenada: la Corona, el Ejército y un rasgo en común que heredará de las dos ramas familiares, la paterna y la materna: Leonor se acabará divorciando de su futuro marido, el príncipe de Asturias. La suya es una familia desestructurada y mal avenida. Hay una característica que resulta muy significativa: todas las parejas se han divorciado. Empezando por Juan Carlos y Sofía, que viven en plena separación legal que "de facto" es un divorcio. Ni conviven, ni se soportan ni se ven. Y Letizia es una mujer divorciada. Pero es que los padres de Letizia también están divorciados, Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz. Y sus dos hermanas, Telma y la difunta Érika, también se divorciaron de los maridos. Telma dos veces. Y quedan las infantas, Elena se divorció de Marichalar y ahora es Cristina la última de la familia en romper su matrimonio. Solo queda un Borbón-Ortiz no divorciado: Felipe. Pero tiene el estigma de la Familia Borbón nadie se quiere. Padre e hijo se detestan, los tres hermanos no se llevan y los primos de la princesa Leonor compiten en quién se inventa una excusa más frívola para no ir a la fiesta de los 18 años de la heredera. El panorama de Leonor es desolador. En este contexto Pilar Eyre ha revelado una exclusiva a Lecturas: Cristina se niega a firmar el divorcio
Es el divorcio más anunciado de España, se han desgranado todas las cláusulas, la pensión mensual de 5 mil euros, las casas, los escoltas, los viajes para ver a los hijos, todo lo que pagará Cristina a Iñaki Urdangarin. Pero a la hora de la verdad la hermana del rey no va al notario de Barcelona a estampar la firma. Tiene el ejemplo en casa: los eméritos no se han divorciado y viven como divorciados, cada uno en un continente diferente (Europa y Asia), con otras parejas y sin hablarse. La única razón para divorciarse es poder volver a casarse. Sofía no soportaría que Juan Carlos se hubiera casado con Corinna y Cristina no soporta la idea de que Iñaki quiere el divorcio para casarse con la persona a quien la infanta culpa de todo: Ainhoa Armentia.
Eyre tiene un confidente muy próximo a Cristina que revela que ha cambiado de opinión y no quiere el divorcio: "Todo ha cambiado: asistir en directo en las revistas a la evolución de la historia de amor de Iñaki y Ainhoa, ver sus gestos cariñosos y cómplices, la pasión, las risas, el cariño que los anuda el uno al otro, es como echar sal en su herida a diario. Pero la imagen que quiere evitar a toda costa, la que se ve incapaz de soportar, es la de sus hijos interactuando con la que ella considera culpable de la ruptura de su matrimonio. ¡Sus hijos con la Otra no, nunca! Y va a hacer todo lo posible por impedirlo. De momento, ha echado el freno al acuerdo de divorcio". Ainhoa no conoce ni a la madre de Iñaki ni a los hijos, Juan, Pablo, Miguel e Irene. Hasta el punto que vive humillada, apartada y escondida.
Cristina está pagando la vida de Iñaki desde que salió de la prisión y le pone una condición: Ainhoa escondida: "Cuando estén casados, como Ainhoa desea, Iñaki ya no deberá dejarla en Vitoria ni esconderla en el hotel cuando vaya a ver cómo juega su hijo Pablo en Barcelona, ni cuando visite a Irene en Ginebra. Cristina no ha permitido que la conozcan y ninguno de ellos quiere desobedecerla porque los cuatro chicos quieren mucho a su padre, pero a su madre la adoran". La adoran y es la que los mantiene a todos. Iñaki lo tiene mal. Cristina ve a Ainhoa como la última humillación de Iñaki y no consentirá que se casen. La venganza de la Borbón cornuda está servida.