Hubo un tiempo en el que Juan Carlos I gozaba de gran admiración por parte de la ciudadanía, siendo considerado uno de los monarcas más respetados de la corona. Sin embargo, con el paso de los años, esa imagen de integridad y respeto se fue deteriorando hasta transformarse en su opuesto. En la actualidad, el rey emérito se ha convertido en una figura controvertida y rechazada por un sector significativo de la población, lo que ha generado un sentimiento de desconfianza hacia la monarquía en su conjunto.

juan Carlos brindis, GTRES
juan Carlos brindis, GTRES

Ante esta situación, Felipe VI y la reina Letizia consideraron necesario marcar distancia tanto del apellido Borbón como del propio Juan Carlos. Como consecuencia de la presión social y política, en 2014 se vio obligado a abdicar en favor de su hijo, y en 2020 sufrió una humillación aún mayor: su exilio. Se le impuso el abandono definitivo de España y su traslado a los Emiratos Árabes Unidos, quedando a miles de kilómetros de su patria, apartado de su familia y seres queridos. Para un monarca, fue una afrenta difícil de asimilar. Su salida del país se llevó a cabo de manera discreta y poco digna, y tras cuatro años en el extranjero, sigue sintiendo el peso de esa decisión. Incluso, se dice que sufre pesadillas recurrentes relacionadas con estos eventos.

No obstante, su destierro no es la única preocupación que ocupa sus pensamientos. Con 87 años de edad, el exmonarca es plenamente consciente de que su tiempo es limitado. Le atormenta la idea de fallecer lejos de su tierra natal y que su cuerpo tenga que ser repatriado, una situación que considera indigna. Su deseo es recibir un funeral de Estado similar al de la reina Isabel II del Reino Unido, con todos los honores correspondientes a su antigua posición. En contraste, teme que su despedida se asemeje a la de Constantino de Grecia, quien murió en el exilio y tuvo una ceremonia privada y modesta.

Las pesadillas que atormentan a Juan Carlos I en el final de sus días 

Fuentes cercanas a Juan Carlos han revelado que su preocupación por el futuro se intensificó tras asistir a los funerales de Isabel II en Westminster. Desde entonces, ha estado cada vez más inquieto respecto a la organización de su propio funeral y la magnitud del evento, lo que ha afectado visiblemente su estado de ánimo.

A pesar de sus temores, el emérito ha llegado a un acuerdo con Felipe VI para garantizar un funeral de Estado, al estilo de su abuelo Alfonso XIII, que incluiría la asistencia de líderes mundiales, un desfile en Madrid y una ceremonia religiosa en el Monasterio de El Escorial. Sin embargo, Juan Carlos sabe que su imagen en España está gravemente deteriorada, y le preocupa que un regreso eventual pueda estar marcado por reacciones hostiles. La sola idea de ser objeto de desprecio público le provoca ansiedad, al punto de despertarse en la noche con la visión de ser recibido con abucheos o incluso agresiones en lugares públicos.

Juan Carlos El Escorial
Juan Carlos El Escorial