Entre la infanta Cristina y Felipe VI no hay una excelente relación. Ambos hermanos coincidieron en el funeral a Fernando de Borbón y Medina en Sevilla el pasado sábado y no se dirigieron la palabra. A la salida de la parroquia, el monarca se despidió de su hermana Elena con dos besos, pero se olvidó de Cristina. Algo que sorprende porque el pasado mes de agosto se les vio juntos acudieron a una boda. Iban en el coche de él y en aquel momento al monarca no le importó que le fotografiasen con su hermana. La relación se habría enfriado por el comportamiento de sus hijos.
La infanta Cristina siempre ha procurado resguardar a sus hijos y proyectar una buena imagen de ellos. Aunque han sido percibidos como jóvenes responsables y aplicados, la realidad es diferente. No distan mucho de los hijos de la infanta Elena, quienes han estado en el ojo público debido a diversas controversias. Durante la adolescencia, los Urdangarin también dieron preocupaciones a su madre, pero su residencia en Washington y Ginebra les permitió mantenerse alejados del escrutinio. Ahora que son adultos e independientes, han comenzado a captar la atención mediática.
El único que lleva una vida relativamente estable es Juan Urdangarin. El mayor de los hermanos sufrió mucho en su adolescencia debido al caso Nóos, viendo cómo sus padres eran criticados, lo que lo llevó a necesitar apoyo psicológico. Para distanciarse de la situación, se trasladó al Reino Unido, donde actualmente trabaja en una empresa automovilística junto al sobrino de José María Aznar. Sin embargo, en un momento estuvo a punto de renunciar debido a problemas personales con su pareja.
Miguel e Irene se le van de las manos a la infanta Cristina
Por otro lado, Miguel e Irene Urdangarin han sido motivo de preocupación para su madre, especialmente en los últimos años, cuando ambos decidieron tomarse un año sabático. Irene, la menor, experimentó un bajón académico tras la separación de sus padres, lo que la llevó a una etapa de rebeldía. Su interés por los estudios disminuyó, acumuló suspensos y casi repitió curso, lo que le impidió acceder a la universidad de Lausana para estudiar Administración y Dirección Hotelera, como era su intención. Pasó un año en Zarzuela y realizó un voluntariado en Camboya por unos meses.
Miguel Urdangarin también pasó tiempo en Zarzuela, aunque no por elección propia, sino debido a una lesión en la rodilla sufrida mientras se preparaba para ser entrenador de esquí. Permaneció en Madrid mientras se recuperaba y decidía su futuro.
Durante su estancia en la residencia real, tanto Irene como Miguel iniciaron relaciones sentimentales y mostraban poco interés en comenzar una nueva vida lejos de Zarzuela. Su presencia y la de sus parejas y amigos comprometían la seguridad y privacidad del palacio. Actuaban como si fuese su propio hogar, saliendo de fiesta casi todas las noches junto a Victoria Federica y regresando de madrugada.
Ante esta situación, Felipe VI estableció normas para su permanencia en Zarzuela, pero los hermanos no las cumplieron. Finalmente, se tomó la decisión de pedirles que se marcharan, dejándoles claro que el palacio no era un hotel.