La relación entre Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin siempre ha estado rodeada de luces y sombras. La infanta se enamoró profundamente del exjugador de balonmano, llegando a convertirse en una de las parejas más comentadas de la realeza española. Sin embargo, más allá del amor, lo que realmente parecía unir a Cristina a Iñaki era algo mucho más intenso y visceral: la pasión que sentía por él. Según fuentes cercanas, la fogosidad en la relación era un factor clave que mantenía a la infanta enganchada a su esposo, incluso cuando los problemas comenzaron a hacerse evidentes.
Desde el principio, Iñaki Urdangarin era un hombre que llamaba la atención. Con su imponente figura de deportista, alto, atlético y carismático, fue uno de los hombres más deseados de su época. Había alcanzado fama como jugador del FC Barcelona, lo que le otorgaba una posición privilegiada en la sociedad y en el mundo del deporte. Su magnetismo personal no pasó desapercibido para la infanta Cristina, quien quedó profundamente cautivada. Su atracción física por él era innegable, y según algunos allegados, esa química sexual jugó un papel determinante en mantener viva la relación durante años, a pesar de las infidelidades y los problemas que enfrentaron.
Una relación marcada por el deseo
Cristina, como parte de la familia real, vivía una vida estructurada y limitada por las obligaciones de su estatus. Iñaki, por otro lado, representaba para ella una aventura diferente. Su relación estaba envuelta en una mezcla de glamour, poder y una atracción física que la infanta no había experimentado antes. Se dice que Iñaki supo aprovechar muy bien esa situación, ya que era consciente de la fuerte dependencia emocional que Cristina tenía hacia él, potenciada por la química sexual que compartían. Esto le permitió mantener su posición de privilegio dentro de la familia Borbón, incluso cuando la llama del amor parecía haber desaparecido.
A pesar de que su relación con Urdangarin se había deteriorado, Cristina confiaba en que podrían salvar su matrimonio. Sin embargo, la realidad era muy diferente. Para Iñaki, la relación con Cristina nunca fue puramente emocional; según algunas voces críticas, él vio en ella una oportunidad para asegurarse una vida de privilegios que no habría conseguido de otro modo. Aunque él estaba en una relación con Carmen Camí en los inicios de su romance con Cristina, la tentación de formar parte de la familia real pesó más que su compromiso emocional con su entonces pareja.
El fin inevitable del matrimonio de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin
Los problemas comenzaron a aflorar cuando Urdangarin se dio cuenta de que casarse con la infanta significaba dejar su carrera deportiva. Cristina, acostumbrada a la indiferencia y el trato distante que a veces recibía, no veía el conflicto. Según algunos expertos, ella estaba tan enamorada —y enganchada a la pasión física— que le costaba ver la verdadera naturaleza de la relación.
A pesar de la fuerte conexión física que los unía, la relación no pudo resistir las infidelidades de Iñaki. Su aventura con Ainhoa Armentia no fue una sorpresa para aquellos que conocían bien el comportamiento del exduque de Palma. Para él, el matrimonio con Cristina había dejado de tener sentido una vez que su posición en la familia real ya no le ofrecía el mismo beneficio que antes. Un divorcio se perfilaba como una solución más beneficiosa para él, algo que finalmente ocurrió.