La infanta Cristina, al igual que su hermano Felipe VI, generó en su momento inquietudes a sus padres, los reyes Juan Carlos y Sofía, debido a las decisiones relacionadas con su vida amorosa. Sin embargo, la situación de Cristina era distinta a la de Felipe, ya que ella no estaba destinada a ocupar el trono de España. Esa responsabilidad recaía exclusivamente en el actual monarca o, en su defecto, en la infanta Elena, la primogénita de los entonces reyes. A pesar de ello, Elena dejó claro en varias ocasiones que no tenía intención de asumir la corona si la ocasión lo demandaba. Este contexto permitió que Cristina gozara de una mayor libertad para decidir con quién casarse, ya que no estaba condicionada por las presiones vinculadas al rol de futura reina.
La relación más prolongada y conocida de la infanta Cristina fue con Iñaki Urdangarin. Ambos compartieron más de veinte años de matrimonio antes de separarse hace algunos años. Su historia comenzó cuando ella, en un acto oficial, le entregó una medalla. En aquel momento, Urdangarin era una figura destacada del balonmano español, jugando en el FC Barcelona. Rápidamente, los medios se interesaron por su relación, especialmente cuando se especulaba que estaban viéndose en secreto. Aunque su matrimonio parecía sólido durante mucho tiempo, eventualmente se convirtió en una fuente de dificultades para la infanta, como ha ocurrido con otras relaciones en su vida.
El rey Juan Carlos intentó en varias ocasiones influir en las decisiones sentimentales de su hija, pero con el tiempo desarrolló una relación amistosa con su yerno. Actualmente, Cristina se encuentra soltera, y la Casa Real ha intensificado las medidas de seguridad a su alrededor para evitar que personas con intenciones dudosas se acerquen a ella. Este incremento en la vigilancia tiene su origen en experiencias previas, como el episodio con Jesús Rollán.
La infanta Cristina mantuvo una relación con Jesús Rollán
Jesús Rollán, un reconocido portero de waterpolo, fue una figura importante en la vida de la infanta antes de la aparición de Urdangarin. Según narran Francisco Ávila y Alberto Martínez en su libro Jesús Rollán: Eterno, Cristina se enamoró profundamente de él, incluso más que de quien sería su futuro esposo. Sin embargo, la relación no prosperó porque Rollán tenía pareja y no correspondía a los sentimientos de la infanta. Pese a esto, construyeron una sólida amistad que, irónicamente, fue el puente para que Cristina conociera a Urdangarin.
La Casa Real veía con recelo la relación entre Cristina y Rollán, especialmente por la actitud rebelde de este último. Su historia estuvo marcada por el éxito deportivo y la tragedia personal, ya que problemas psicológicos y el abuso de sustancias terminaron afectando su vida y su carrera. Esta tendencia de Cristina a vincularse con personas complejas ha generado tensiones en la familia real, pero también ha puesto de manifiesto su capacidad de resiliencia y fortaleza ante la adversidad.