La situación personal de Irene Urdangarin, hija de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, ha estado marcada por una constante lucha interna desde que su madre inició el proceso de divorcio. Esta ruptura no solo afectó su relación con su padre, sino que también alteró profundamente su bienestar emocional. Irene, que nunca ha podido perdonar a su progenitor por su infidelidad, se vio muy afectada por este desagradable episodio.
Debido a ello, la joven ha enfrentado desafíos significativos. En el ámbito académico, tuvo problemas para superar el bachillerato. Su rendimiento cayó estrepitosamente. Y sus intenciones de estudiar en la universidad de Lausana, en el programa de Administración y Dirección Hotelera, cayeron en saco roto al no superar las pruebas de acceso. A partir de ahí, las cosas empeoraron rápidamente. Irene no solo no lograba enfocarse en sus estudios, sino que comenzó a mostrar comportamientos cada vez más rebeldes y autodestructivos.

Irene Urdangarin toca fondo en Ginebra
Su madre, preocupada por la actitud de Irene, la llevó a varios especialistas para tratar de ayudarla a superar este difícil momento. La infanta Cristina, aunque siempre estuvo a su lado, vio cómo su hija se alejaba cada vez más de los valores familiares. La joven se involucró en actividades cuestionables, como salir de madrugada y frecuentar malas compañías. En muchas ocasiones, las discusiones entre madre e hija fueron tan intensas que la infanta Cristina, desesperada por la situación, no dudó en tomar medidas extremas. En un momento de desesperación, la infanta Cristina habría amenazado a Irene con internarla en una clínica privada en Suiza si no comenzaba a cambiar su comportamiento.
La idea de internarla en un centro especializado en el extranjero se convirtió en una opción seria para tratar de controlar la vida de su hija y ayudarla a encontrar estabilidad. Irene, sin embargo, se mostró completamente reacia a seguir las sugerencias de su madre, lo que empeoró aún más la situación familiar.
Finalmente, Irene decidió tomarse un año sabático, alejándose de las tensiones que se generaban en su entorno más cercano. Durante este tiempo, vivió en el Palacio de la Zarzuela junto a su abuela, la reina Sofía, buscando un refugio donde pudiera encontrar algo de paz. Dicho de otra manera, donde pudiera hacer lo que le diese la gana.
Fue un período marcado por su voluntariado en Camboya, que, aunque positivo, no pareció suficiente para que Irene pudiera encontrar el camino correcto para su futuro. De hecho, fue más una excursión al campo que un verdadero sacrificio. Mientras que su creciente relación con Victoria Federica, no hacían más que aumentar la preocupación de Cristina de que su hija acabara como su prima, siendo una persona si con nulo oficio.

Irene Urdangarin abandona sus entornos cuestionables, pero su rendimiento no mejora en Londres
Afortunadamente para la infanta Cristina, Irene tomó una decisión que pareció un paso hacia la madurez. Se trasladó a Londres para retomar sus estudios en la universidad de Oxford, donde decidió matricularse en Organización de Eventos. Parece que se ha alejado de las malas compañías que tenía en Ginebra, así como de la vida sin oficio ni beneficio que llevaba en la capital de España.
A pesar de este nuevo comienzo, sin embargo, las noticias sobre su vida en la capital británica no son tan alentadoras como su madre esperaba. Cristina ha recibido avisos sobre la vida que lleva Irene en Londres, y lo cierto es que la cosa no pinta muy bien. Sus resultados dejan mucho que desear y se estaría planteando abandonar antes de tiempo. Es posible que la tranquilidad de Cristina dure menos de lo esperado.