La tensión entre la infanta Cristina y la reina Letizia ha alcanzado un punto crítico tras años de creciente distanciamiento. Aunque en sus inicios ambas mujeres compartieron un vínculo cercano y de apoyo mutuo, el tiempo y los eventos, especialmente el caso Nóos, deterioraron irremediablemente su relación. Este conflicto latente finalmente explotó en una violenta pelea durante unas vacaciones familiares en Palma de Mallorca, dejando claro que la división entre ellas es más profunda de lo que se creía.
Cuando el rey Felipe VI presentó a Letizia a su familia, era consciente de que no sería una elección fácil de aceptar. Los reyes Juan Carlos I y Sofía veían con recelo la unión de su hijo con una plebeya y periodista, lo que marcaba un punto de ruptura con las tradicionales expectativas de la Casa Real. Sin embargo, la infanta Cristina, casada con Iñaki Urdangarin, un plebeyo y exjugador de balonmano, entendió las dificultades que enfrentaba Letizia al integrarse en la familia. Durante los primeros años, Cristina y Letizia se apoyaron mutuamente, compartiendo confidencias y planes. Incluso, Cristina ofreció a Letizia y Felipe su casa en Barcelona como refugio para escapar del ojo público.
Letizia y la infanta Cristina, de amigas íntimas a enemigas públicas
Pero todo cambió drásticamente con el estallido del escándalo Nóos. La implicación de Iñaki Urdangarin en este caso de corrupción no solo hundió la reputación de Cristina, sino que también marcó un quiebre definitivo en su relación con Letizia. Convertida en reina, Letizia no dudó en distanciarse de Cristina y su esposo, retirándoles los privilegios y funciones institucionales, lo que generó un profundo resentimiento en la infanta.
A partir de ahí, la relación entre las cuñadas comenzó a desmoronarse rápidamente. Durante una década, los encuentros entre ambas fueron escasos y tensos, con una división clara en la familia real que separaba a Cristina y Letizia. Sin embargo, el episodio más revelador de esta enemistad ocurrió durante unas vacaciones en Palma de Mallorca. Lo que comenzó como una discusión banal por una cuestión de etiqueta terminó en una escena violenta.
Todo empezó cuando Letizia, después de practicar deporte, se sentó en la mesa sin ducharse, algo que molestó profundamente a Cristina, quien le recriminó su comportamiento. Letizia, defendiendo su derecho a actuar como quisiera, alegó que estaba en su propia casa y de vacaciones, lo que llevó a un intercambio de palabras cada vez más agrio. La situación escaló a tal punto que, según fuentes cercanas, ambas mujeres llegaron a las manos. La intervención de familiares presentes fue necesaria para separarlas, evitando que la pelea fuera aún más lejos.
Relación “irreconciliable”
Este incidente ha marcado un antes y un después en la relación entre la reina y la infanta. Desde entonces, los desencuentros entre ellas han sido constantes, tanto en el ámbito público como en el privado. La tensión es tan palpable que en ocasiones se han evitado en eventos familiares importantes. La reciente boda de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno fue un ejemplo claro de esta distancia. Felipe VI llegó al enlace en el mismo coche que su hermana Cristina, lo que fue interpretado por muchos como un gesto simbólico, ya que Letizia ni siquiera asistió.
La grieta entre Cristina y Letizia parece ser insalvable. Como señala la periodista Pilar Eyre, los desencuentros públicos y privados han sido tan numerosos que la reconciliación parece imposible.“La grieta que la separa de su cuñada es insalvable, los desencuentros públicos y privados han sido numerosos y eso no hay quien lo arregle", señala Eyre en un artículo reciente, en el que recuerda la escena de este fin de semana como la última afrenta entre Cristina y Letizia. La de Felipe VI y la infanta llegando a la boda de su ahijada Victoria López-Quesada con Enrique Moreno en el mismo coche. “Felipe al volante del Lexus y su hermana sentada orgullosamente a su lado, en el lugar que hubiera tenido que ocupar Letizia, en caso de haber ido".