La realeza española ha estado, en más de una ocasión, en el ojo del huracán debido a escándalos relacionados con adicciones y compañías peligrosas. La infanta Cristina, hermana del rey Felipe VI, no es ajena a esta oscura realidad que ha acechado a su familia durante décadas. Su propia experiencia con relaciones marcadas por el consumo de drogas y su incansable lucha por proteger a su hija Irene Urdangarin de caer en el mismo abismo reflejan una historia de preocupación y medidas desesperadas.
Antes de su matrimonio con Iñaki Urdangarin, la infanta Cristina vivió una intensa relación con Jesús Rollán, legendario portero de waterpolo. Aunque nunca oficializaron su romance, la conexión entre ambos era evidente y preocupante para la Casa Real. Rollán, a pesar de su éxito deportivo, llevaba una vida desenfrenada marcada por su adicción a las drogas y comportamientos erráticos. Episodios como eludir a los escoltas reales conduciendo temerariamente por Barcelona encendieron las alarmas en la familia real. La reina Sofía, consciente del peligro que representaba esta relación para la imagen y seguridad de su hija, intervino para alejar a Cristina de Rollán, quien lamentablemente sucumbió a sus demonios internos años después.

Noches de fiesta y amigos cuestionables: el estilo de vida que preocupa a la familia
Ahora, los temores de la infanta Cristina parecen haber encontrado eco en la vida de su hija menor, Irene Urdangarin. Desde su adolescencia, Irene ha estado rodeada de influencias cuestionables que han puesto en jaque su bienestar y futuro. Durante su estancia en Ginebra, la joven se relacionó con amistades que participaban en fiestas descontroladas y consumían sustancias ilícitas, lo que llevó a su madre a tomar medidas drásticas para protegerla.
La situación no mejoró con el tiempo. Recientemente, la benjamina de Iñaki Urdangarin protagonizó un incidente en Londres que dejó en evidencia su estado vulnerable. Durante una fiesta en un exclusivo club nocturno, la joven tuvo que ser evacuada de emergencia debido a un estado de embriaguez alarmante. Su hermano Juan acudió al lugar para auxiliarla, evidenciando la preocupación familiar por su comportamiento.

Decisiones drásticas: de Ginebra a Madrid y luego a Londres
La infanta Cristina, en su afán por alejar a Irene de malas compañías, decidió trasladarla de Ginebra a Madrid. Sin embargo, la capital española presentó nuevos desafíos. La vida nocturna madrileña y las amistades de su prima, Victoria Federica, conocidas por su afición a las fiestas, representaban un riesgo latente para Irene. Cristina, temerosa de que su hija cayera en el mismo círculo vicioso, optó por enviarla a Londres con la esperanza de que un cambio de ambiente y enfoque académico la encaminaran hacia un futuro más prometedor.
Irene Urdangarin se encuentra en un punto crítico de su vida. Con solo 19 años, ha pasado de ser una promesa académica a convertirse en una joven que no encuentra su rumbo. Su madre, desesperada, ha recurrido a la ayuda de profesionales y, según se ha filtrado, Irene está recibiendo tratamiento psicológico para intentar estabilizar su situación emocional.
No obstante, la preocupación sigue latente. Su descenso en picado desde el divorcio de sus padres ha sido evidente y, si no se toman medidas urgentes, podría convertirse en un nuevo quebradero de cabeza para la familia real. ¿Será capaz de recuperar el rumbo o estamos ante el próximo gran escándalo que sacudirá a los Borbón?