En enero de este 2024, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin formalizaron su divorcio, culminando un proceso que estuvo marcado por tensiones y prolongadas negociaciones que se alargaron casi dos años. Aunque el deterioro de su relación era evidente desde hacía años, las revelaciones posteriores al divorcio han sacado a la luz detalles que retratan el matrimonio como un auténtico calvario para el exduque de Palma.
Según diversas fuentes, entre ellas la periodista Maica Vasco, la convivencia con la infanta Cristina fue un desafío constante para Urdangarin. El carácter autoritario de la hermana del rey Felipe VI habría sido una de las principales causas del fracaso de su matrimonio. En privado, Cristina le gritaba con frecuencia, lo insultaba y le dirigía palabras hirientes. Estas conductas habrían llevado al exjugador de balonmano a describir su vida junto a ella como "un infierno".
La relación entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin atravesaba momentos de seria tensión en privado
A pesar de que públicamente Cristina mantenía una imagen de apoyo hacia su entonces marido, especialmente durante los años en que enfrentaron juntos las consecuencias del Caso Nóos, en el ámbito privado la relación estaba llena de tensiones. Según allegados a la pareja, los reproches constantes de Cristina minaban la tranquilidad de Urdangarin, quien optaba por obedecer para evitar discusiones más graves.
El divorcio, sin embargo, no fue un camino fácil. Aunque las primeras señales de ruptura surgieron con las fotografías de Urdangarin junto a Ainhoa Armentia, las fracturas en el matrimonio ya existían desde hacía tiempo. Durante los años en que Urdangarin cumplió su condena en la prisión de Brieva, Cristina redujo drásticamente sus visitas hasta cesarlas por completo, dejando entrever que el vínculo emocional entre ambos ya estaba roto.
Para Iñaki Urdangarin, el matrimonio se convirtió en un infierno
A pesar de esto, la separación no estuvo exenta de complicaciones económicas. Urdangarin, quien tenía conocimiento de información potencialmente comprometedora sobre la familia Borbón, utilizó este conocimiento como un elemento clave en las negociaciones. Con la mediación de Juan Carlos I, el exduque obtuvo una indemnización de dos millones de euros, además de una renta vitalicia de 25.000 euros mensuales, que será asumida por Cristina tras el fallecimiento del emérito.
Mientras tanto, Urdangarin ha encontrado una nueva estabilidad en su relación con Ainhoa Armentia. El exduque ha manifestado abiertamente su intención de casarse con ella en el futuro, asegurando que su actual pareja le brinda una felicidad que nunca experimentó durante su matrimonio con Cristina. Estas declaraciones, unidas a los testimonios de su entorno, confirman el grado de insatisfacción y frustración que vivió en su etapa como miembro de la Casa Real española.
Por su parte, la infanta Cristina parece haberse mantenido en un segundo plano tras el divorcio. Aunque inicialmente intentó recuperar su matrimonio, confiando en que la relación de Urdangarin con Ainhoa sería pasajera, el desenlace fue irreversible. Ahora, el tiempo ha dejado claro que su unión con el exjugador de balonmano fue una historia marcada por los reproches, el control y la falta de armonía.