Los Borbón han sido muy discretos esta Semana Santa, solo la reina Sofía ha reaparecido en algún acto religioso. Estuvo presente en el concierto de Pascua en Palma de Mallorca y en una procesión en Sevilla. Se esperaba que los reyes apareciesen con la infanta Sofía en algún punto de la geografía española, pero finalmente han preferido cambiar de rumbo al no estar presente la princesa Leonor.

Las infantas Elena y Cristina han estado muy preocupadas por sus padres. La mayor de las hijas se marchó unos días a Abu Dabi para ver a Juan Carlos I, ya que está castigado sin volar a España por sus últimas polémicas. Por su parte, la madre de Juan Urdangarin voló el fin de semana a Madrid para reencontrarse con la reina Sofía.
Felipe VI, Cristina y Elena intentan que la reina Sofía esté entretenida para no pensar en otros temas. Ha vivido unos años muy complicados con los fallecimientos de algunas personas muy cercanas como su hermano Constantino de Grecia o la enfermedad de su hermana Irene, su compañera de viaje. Está muy triste y las noticias que vienen no son mucho más agradables.
Hace unos meses también se ridiculizó la imagen de la reina Sofía con la confirmación de la relación de Juan Carlos I y Bárbara Rey, pero es que hace unas semanas el emérito ha vuelto a recordar su romance con Corinna Larsen, la mujer con la que estuvo a punto de casarse, con una demanda.
Con la demanda a Corinna Larsen, Juan Carlos I tiene que explicar su historia de amor
Seguramente no es la intención de Juan Carlos I, pero el emérito humilla a la madre de sus hijos una y otra vez sin darse cuenta. El padre de Felipe VI no piensa en las consecuencias de sus actos. Ha denunciado a Corinna Larsen por todo lo que ha dicho de él durante todos estos años, un movimiento claro si se había atrevido a demandar a Miguel Ángel Revilla. Pero esto implica que deberá hacer pública ante los tribunales su relación con la alemana con todos los detalles.
“Es que es abrir otra vez la llaga, abrir otra vez la herida que tanto le dolía y echarle sal y vinagre. La reina está absolutamente sola, no tiene a nadie en quien confiar y tiene que pasar estos momentos difíciles absolutamente sola sin que nadie no solamente le ayude, sino sin que nadie la recuerde. Lo que más me impresiona de toda esta historia es que Juan Carlos sea tan egoísta como para arrastrar el nombre de Corinna, su amante, por los tribunales, estando su mujer viva y es su mujer, no su exmujer, no es la mujer de la que se divorció, sino su mujer actual. Me parece una muestra de egoísmo, de machismo, de egocentrismo, de egolatría absoluta por parte de Juan Carlos”, argumenta Pilar Eyre en una entrevista al HuffingtonPost. Asegura que es el desprecio más absoluto hacia la mujer que le ha querido de verdad.
