Iñaki Urdangarin pasea feliz por las playas del País Vasco francés de la mano de su novia desde hace un año, Ainhoa Armentia. Segundo verano juntos de los que antes eran amantes y ahora, acabado el matrimonio de la infanta Cristina, ya son pareja formal. La que sigue una vida de monja como alma en pena es la hermana de Felipe. Cristina ha sido vista los últimos 30 días pasendo por Barcelona, donde vive desde que su hija Irene de 17 años acabó el curso en Ginebra, en el Hotel AC Victoria de la Diagonal, cerca de las dos torres de La Caixa. Según publica el digital Vanitatis va siempre sola y cabizbaja, con dos guardaespaldas. Vive cerca de su hijo Pablo, que reside en La Masia del Barça.
Cristina no piensa ir al País Vasco francés a ver a su ex suegra hasta que Iñaki no sea lejos, no se le quiere encontrar, está muy dolida por la infidelidad, las fotos y el divorcio. Según la revista Semana ya han acordado los plazos del divorcio y son menos favorables a Iñaki que lo que publicó el monárquico diario ABC: 5 mil euros mensuales. Cristina se niega a pasarle esta pensión a Iñaki. Queda ver si Urdangarin la reclamará judicialmente porque tiene todo el derecho. En el divorcio él queda como el cónyuge perjudicado económicamente y la ley en estos casos es clara: Cristina tiene que pasarle una pensión mensual. Del divorcio sí que han acordado que Irene, la única menor, quede bajo la custodia de la madre en Suiza y que los gastos de los cuatro hijos les asuma Cristina, es decir, Juan Carlos que es quien ha pagado la educación de todos los nietos excepto los de Letizia.
Cristina, que siempre ha tenido buenos abogados como Miquel Roca, gana la venganza contra Urdangarin: no le pasa ni un duro. Pero está deprimida. Escribe Vanitatis: "Es en Pedralbes donde está estos días. Por el barrio se la ha visto paseando seguida de sus dos guardaespaldas, algo cabizbaja. Quienes la conocen nos dicen que, pese a las alegrías y sonrisas que muestra en público, Cristina sigue muy tocada por su separación y cuando está sola o en la intimidad, las sonrisas desaparecen. Su ruptura la ha pillado totalmente desprevenida. "No está bien". Hace planes con amigos y se mueve de aquí para allá, la decepción ha sido demasiado grande como para sobreponerse rápido". No lo quiere ver ni en pintura. Pero es que él a ella tampoco.
"El exduque de Palma está decepcionado con todos", insisten sus amigos, "y no quiere saber nada de su vida anterior". Y en este punto, sus amigos lo comprenden y algunos hasta le dan la razón. La Casa Real española pesa mucho en la vida de sus miembros y exmiembros, y quienes pueden, escapan de ella. Así lo ha hecho Urdangarin, que no piensa girar la cabeza para toparse con su pasado". Urdangarin sabe que se ha comido la cárcel que le tocaba a Juan Carlos por hacer a lo que hacía Juan Carlos, comisionista. Y no quiere saber nada de la infanta, sólo les quedan en común los hijos. Y el asco.