Cristina de Borbón ha intentado proteger siempre a sus hijos. Nunca se ha hablado mal de ninguno de ellos, pero básicamente porque la infanta lo ha evitado. Han vivido toda su adolescencia fuera de España por el caso Nóos, primero en Washington y luego en Ginebra, hasta que cumplieron la mayoría de edad y cada uno siguió su camino. Pablo, Juan y Miguel se han mantenido alejados del foco mediático, aunque el jugador de balonmano ha ejercido de portavoz de la familia en estos últimos años con el divorcio de sus padres. Se ha conocido que el rendimiento de sus hijos es nulo. Han hecho creer que son magníficos estudiantes y esa no es la realidad. Juan Urdangarin obtuvo malas notas, y por ello hizo un voluntariado, como Irene. Miguel, tras estudiar Biología marina, parece que no quiere trabajar, también se ha permitido un año sabático.
Pero ahora mismo el foco mediático está puesto en Irene Urdangarin, que es quien se ha rebelado contra todas las normas de su madre. La infanta Cristina está muy enfadada con la joven. Ella pensaba que la benjamina de la familia la acompañaría durante cuatro años más en Suiza. Su idea principal era estudiar Administración y Dirección Hotelera en la prestigiosa universidad de Lausana, pero no superó las pruebas de acceso. Gracias a testigos directos de su escuela, hemos conocido que su rendimiento durante su etapa en bachillerato internacional era muy malo. Sacaba muy malas notas y estuvo al filo de la repetición de curso. Su entorno adjudica estos problemas a la separación de sus padres.
La infanta Cristina pierde el control de Irene Urdangarin
A sus 18 años, Irene Urdangarin está enamorada y hasta el fin del verano vivirá en Madrid. Concretamente en Zarzuela. Ha terminado su voluntariado y por ahora no tiene nada más que hacer. Fuentes cercanas aseguran que se ha apuntado a la universidad este nuevo curso, pero lo ha hecho en Reino Unido siguiendo los pasos de Juan y Miguel.
En Madrid, Irene está haciendo muchos planes con Juan Urquijo, pero también con Victoria Federica. Sale prácticamente todos los días, habla con la prensa y llega muy tarde a palacio. La infanta Cristina no puede dejarla sola. La semana pasada coincidió con Felipe VI y habló personalmente con él sobre su hija. Le agradeció que aceptase quedarse en Zarzuela, pero también le ha pedido quedarse ella durante los meses de verano. Así estará controlada.
También ha hablado con Juan Carlos para que mueva sus hilos y consiga apartarla de la prensa. Quiere protegerla, que no aparezca nada que pueda comprometerla ni dañar su imagen, como ha sucedido con Victoria Federica y Froilán. Ella no quiere que sus hijos sean como los de la infanta Elena. El emérito tiene mucho contactos y podría evitar que los paparazzis se centren en ella y le dediquen portadas como la última donde daba un paseo con Juan Urquijo.