Iñaki Urdangarin sigue a la espera de firmar el divorcio con la infanta Cristina. Está todo acordado y solo falta el garabato de la hija del rey emérito Juan Carlos I. Algo que parece que no llegará hasta después de verano, cuando Cristina deje de ir de aquí para allá, pero que Iñaki está esperando ansiosamente desde el pasado 5 de junio.
Ese día Irene, la hija pequeña de la pareja, cumplió la mayoría de edad. Esto suponía que Iñaki y Cristina podrían separarse en un notario, sin necesidad de tener que pasar por un juzgado, evitando así cualquier filtración. Y como decíamos, desde entonces el ex jugador de balonmano espera con ansias el momento.
Iñaki Urdangarin espera ansioso el divorcio definitivo
Porque Iñaki no tiene trabajo desde que dejó Telefónica en 2012. Y parece que los 6.000 euros que le pasa la infanta cada mes no son suficientes para mantener su tren de vida. Quiere lo que ha pactado en el divorcio para guardar silencio sobre los secretos que conoce de la casa real: dos millones de euros y una pensión vitalicia de 25.000 euros, entre otros detalles.
Queda claro que su vida cambiará cuando consiga oficializar la separación definitiva. Y no solo por el dinero. También podrá hacer planes libremente con su novia, Ainhoa Armentia.
Sin embargo, por mucho que cambie su vida, hay cosas que permanecerán igual. Por ejemplo, la relación que tiene Ainhoa con los hijos de Iñaki, que es completamente nula. Sobre todo con Irene, que considera a Ainhoa la principal culpable de los males en la relación de sus padres. Es la mujer con la que le fue infiel a su madre y no se lo perdona. Entre otras cosas, porque ha visto en primera persona lo mal que lo ha pasado la infanta Cristina.
Pablo, el único de los hijos que acepta a Ainhoa Armentia
Irene no es la única que no quiere saber nada de Armentia. Otros dos de los hijos de la familia tampoco son afines a la vitoriana. Miguel y Juan tampoco tienen ningún interés en conocerla y, mucho menos, compartir tiempo con ella.
El único que acepta la nueva vida de su padre es Pablo, más afín a Iñaki a raíz de su pasión por el balonmano. Cristina ha perdido el control sobre él. El joven acepta que las personas y las relaciones evolucionan, y entiende la nueva situación de su padre. No le hará pagar por algo que, al fin y al cabo, no es un delito como el que cometió en el caso Noos. Y en el fondo, no deja de ser su padre. Incluso se dice que podría pasar unos días de verano con su padre, Ainhoa y su novia, Johanna Zott.