El lunes 5 de junio era un día marcado en rojo en el calendario de Iñaki Urdangarin. El motivo es que ese día Irene Urgangarin, la hija pequeña del ex jugador de balonmano y la infanta Cristina, cumplió 18 años.
A partir de ese día tenían luz verde para firmar su divorcio en un notario, evitando así pasar por el juzgado y las posibles filtraciones que se hubieran podido producir. No obstante, han pasado casi tres meses y no hay noticias sobre su separación.
Un panorama que tiene a Iñaki bastante nervioso. El todavía cuñado del rey Felipe VI está ansioso por obtener el divorcio definitivo. Y es que Urdangarin ha reclamado, según afirman varias fuentes, un pago de dos millones de euros además de una pensión vitalicia de 25.000 euros mensuales, así como poder disfrutar de algunas propiedades de la familia real como la casa de Baqueira o el chalet de Bidart. Es lo que ha exigido a cambio de no publicar unas memorias que escribió en la cárcel en las que deja muy mal a varios miembros de la casa real. Sobre todo al rey emérito Juan Carlos I, y a algunos de sus amigos más poderosos.
La infanta Cristina mueve hilos para cerrar las puertas a Iñaki Urdangarin
Una vez firmado el divorcio, Iñaki podrá seguir con su vida alejado de la casa real. Podrá por fin hacer planes con su nueva novia, Ainhoa Armentia. Y aunque tenga la vida solucionada económicamente, podrá volver a trabajar. Regresar a la vida laboral y a la normalidad es uno de los anhelos de Urdangarin. Será como cerrar una etapa oscura y empezar una renovada.
Sin embargo, si Iñaki quiere tener un trabajo, tendrá que buscarlo lejos de Barcelona. La infanta Cristina le ha ido cerrando puertas entre los contactos que compartían. Ayudar a Iñaki sería ponerse en contra de la infanta, algo que los altos cargos no se pueden permitir por la influencia que mantiene el rey emérito. Tendrá que buscar trabajo lejos de la capital catalana, donde Iñaki tenía intenciones de iniciar una nueva vida con Ainhoa.