En los últimos años, la infanta Cristina ha asumido un papel silencioso dentro del círculo íntimo de la familia real. La vergüenza del caso Nóos, aunque no fuera imputada, todavía le pesa. Y sus esfuerzos se han centrado en su familia. Especialmente en sus hijos y en su padre, a cuyo estado delicado de salud no es ajena. Y es que la situación es mucho más grave de lo que se ha comunicado públicamente.
Hace un mes llamó especialmente la atención la inesperada ausencia del rey emérito en las regatas de Sanxenxo, uno de los eventos favoritos del ex monarca, donde había planeado participar como cada año. A pesar de que todo estaba listo para su llegada, el viaje se canceló en el último momento. Su avión partió de Abu Dabi, pero no aterrizó en Galicia, sino en Suiza, concretamente en Ginebra. Allí, Juan Carlos acudió a una prestigiosa clínica privada para someterse a una intervención urgente relacionada con su marcapasos.
Los médicos confirman que los problemas de movilidad de Juan Carlos I irán a más
Aunque la operación no revestía gran complejidad, el equipo médico decidió retenerlo varios días para evaluar otras afecciones. Fue entonces cuando le comunicaron una noticia devastadora: su pierna izquierda ha perdido por completo la movilidad a causa de una artrosis avanzada. Los tratamientos innovadores que ha probado, como la medicina regenerativa con células madre, no han conseguido más que prolongar su malestar.
La conclusión de los expertos es que el rey emérito necesitará una silla de ruedas de forma indefinida. A sus 87 años, la posibilidad de una intervención quirúrgica que mejore su situación es mínima y arriesgada, y los médicos han desaconsejado rotundamente cualquier cirugía mayor. Esta nueva realidad ha sumido a Juan Carlos en un estado de tristeza. Se niega a aceptar que dependerá de otros incluso para tareas básicas como asearse o moverse dentro de casa.
La infanta Cristina, testigo directo del deterioro de Juan Carlos I
Quien más ha sentido este golpe ha sido Cristina. Durante la estancia de su padre en Ginebra, no se ha separado de él. Ha sido su único apoyo constante, intentando animarlo en medio de estado de salud se agrava por momentos. El ex monarca apenas come, evita el contacto con el exterior y se muestra abatido.
A ello hay que sumar sus problemas cognitivos. Cuentan en su entorno cercano que a veces confunde nombres, olvida episodios de su vida y hay personas a las que no recuerda. Se dice que incluso se le ha intervenido el teléfono ante la posibilidad de que pueda decir algo inapropiado en sus conversaciones y poner en un compromiso a la monarquía.