La agitada vida amorosa del rey emérito Juan Carlos I es un secreto a voces cientos de veces contado. Han corrido ríos de tinta acerca de las aventuras del ‘campechano’ al margen de su matrimonio con la reina Sofía. Una serie de historias que han hundido y humillado a la emérita. Aunque mantiene el tipo en sus apariciones públicas, la procesión va por dentro. Pero Sofía no es la única que lo ha pasado mal con esta situación.
Tal y como relató Pilar Eyre en uno de sus artículos en la revista Lecturas, las informaciones sobre la actividad del emérito Juan Carlos fuera del lecho conyugal “no son chismes, sino informaciones de una alta personalidad del Estado, además de confidente del rey”.
El rey Juan Carlos daba rienda suelta a su pasión sin condiciones
Contaba la periodista que las mujeres eran la debilidad de Juan Carlos. Y que incluso el general era consciente de ello. La condesa Olghina de Robilant fue su primera amante que escribió sobre su vida íntima. Tuvieron cuatro años de relaciones esporádicas hasta días antes de casarse con Sofía. La primera vez que tuvieron relaciones fue en el asiento trasero del Volkswagen amarillo de don Juanito durante un fin de año en Cascaes (Portugal). Juan Carlos tenía 18 años en ese momento y se notaba que tenía experiencia y sabía cómo hacer el amor. Aunque la princesa María Gabriela de Saboya era su novia oficial en esos años, alternaba con chicas de la sociedad portuguesa y modelos brasileñas.
También contó Eyre que, según un amigo de Juan Carlos (medio en broma), había tenido alrededor de mil quinientas amantes a lo largo de su vida. Que en cada ciudad española mantenía una relación estable, como en Granada, Coruña, Valencia, y Sevilla, donde se rumoreaba que había tenido una hija. También se decía que había tenido una relación con una condesa en Madrid, donde tenía un amplio campo de operaciones que incluía madames de ‘books’ muy caros que contenían modelos, actrices, presentadoras de televisión y señoritas.
Beber para olvidar
Pero como decíamos, Sofía no es la única que ha sufrido por las actividades de su marido. Corría 1990 cuando el rey puso las cartas sobre la mesa para mostrárselas a Sofía. “El rey le había dejado la situación muy clara en 1990, cuando le dijo que se consideraba un hombre separado y que no se metiera en sus asuntos”, escribió Eyre. Y no solo dejó las cosas claras con Sofía.
Juan Carlos también habló con sus hijos para explicarles la situación. Y estos no reaccionaron nada bien. Sobre todo la infanta Cristina, que tal y como relató Manglano en sus diarios, “cogió una borrachera en el Club de Mar”. Nada mejor que beber para olvidar los desagradables comportamientos de su padre.