La infanta Cristina sigue estando oficialmente soltera, al menos públicamente, ya que en algunas ocasiones se le ha visto compartiendo momentos con algunos amigos cercanos que han generado especulaciones debido a la evidente complicidad entre ellos. Sin embargo, nunca se la ha captado en actitudes románticas o cariñosas que pudieran confirmar una relación sentimental. Durante el largo proceso de divorcio de Iñaki Urdangarin, la infanta mantuvo siempre una actitud reservada y distante. Ahora, con el divorcio ya formalizado, el único vínculo que queda entre ambos tras más de dos décadas de matrimonio son los cuatro hijos que comparten.
Sin embargo, hay quienes aseguran que Cristina pudo haber sido madre de hasta seis hijos, aunque no precisamente con Iñaki Urdangarin. De haber sido así, su vida habría tomado un rumbo completamente distinto. Cristina, la segunda hija de los reyes Juan Carlos y Sofía, fue siempre considerada la más rebelde de la familia. Fue la primera en abandonar el Palacio de la Zarzuela para mudarse a Barcelona, donde compartió piso con unas amigas. Su decisión de irse no fue fortuita: en Zarzuela no se sentía ni feliz ni libre. Según se comenta, el ambiente familiar en el palacio no era nada favorable, especialmente porque la relación entre los reyes estaba prácticamente rota en aquel entonces. Por eso, la que luego sería duquesa de Palma decidió apartarse de ese entorno que la asfixiaba y romper con las normas establecidas. “Era el verso suelto de la familia real”, señala Paloma Barrientos en su libro sobre la vida de la infanta.
Cristina se instaló en Barcelona con el pretexto de participar en la organización del Campeonato Mundial de Vela Adaptada que se celebraría allí tras los Juegos Olímpicos. Tenía 25 años y, aunque oficialmente su traslado tenía un motivo profesional, la realidad era otra: quería estar cerca de Fernando León, un joven regatista canario de cabello rubio y ojos azules que había conocido en un curso de vela. Él era el instructor, y Cristina, la alumna. La relación entre ambos se fortaleció rápidamente y terminaron haciéndose inseparables. Fernando fue su primer amor, una relación que, aunque breve, dejó huella en la vida de la infanta.
Después de su romance con Fernando, llegó la que sería la primera relación oficial de la infanta Cristina, con el aventurero Álvaro Bultó. Antes de él, se sabe que tuvo otras relaciones menos conocidas y esporádicas, pero su vínculo con Bultó fue diferente: Cristina se enamoró profundamente. Sin embargo, la relación no estuvo exenta de complicaciones. Ambos disfrutaban de actividades emocionantes como el rafting, algo que provocaba el horror de los escoltas encargados de su seguridad. Pero Álvaro era un hombre extrovertido y muy exitoso con las mujeres, lo que generaba inseguridades y celos en Cristina. Estas diferencias, sumadas a las dificultades para coordinar agendas debido a los constantes viajes de Álvaro, terminaron por debilitar la relación, que se prolongó por tres años hasta desvanecerse. Años más tarde, Álvaro Bultó falleció en un trágico accidente mientras practicaba wingfly en los Alpes suizos, el 23 de agosto de 2013.
Juan Carlos I no iba a permitir que la infanta Cristina tuviera un hijo fuera del matrimonio
Tras su ruptura con Álvaro, otro deportista entró en la vida de la infanta: Jesús Rollán, un destacado jugador de waterpolo. Sin embargo, aunque Rollán y Cristina compartían una estrecha amistad, él no estaba dispuesto a involucrarse sentimentalmente con alguien de la realeza, lo que hizo que la relación no prosperara más allá de lo platónico.
Finalmente, Iñaki Urdangarin apareció en la vida de Cristina. Urdangarin no dudó en aprovechar la oportunidad de conquistarla, incluso siendo infiel a su entonces pareja, Carmen Camí. Antes de conocer a Iñaki, la vida amorosa de la infanta había sido muy intensa y se rumoreó que incluso llegó a quedar embarazada en dos ocasiones, decidiendo interrumpir ambos embarazos. Se comenta que, al igual que Letizia antes de conocer a Felipe, Cristina enfrentó decisiones difíciles. Ambas mujeres, con vidas personales marcadas por experiencias paralelas, conectaron rápidamente cuando el entonces príncipe Felipe las presentó.
En el caso de Cristina, su padre, el rey Juan Carlos I, no habría permitido que su hija tuviera un hijo fuera del matrimonio, ya que ello habría representado un escándalo y un golpe para la imagen de la Corona en aquella época. Estas estrictas normas familiares marcaron profundamente las decisiones y el destino de la infanta Cristina.