Nadie ha visto a Iñaki Urdangarin ingresar en la prisión de Brieva y nadie ha visto a la infanta Cristina ir a visitarlo. Pero el diario El país publica que esto pasó el domingo 24 de junio: "Lo hizo tan discretamente que ninguno de los periodistas apostados en la inmediaciones se percataron de su presencia". El gremio periodístico lo debe estar haciendo muy mal porque las dos fotos más esperadas del año han pillado a todos los fotógrafos, a todos, mirando las musarañas. Suena extraño pero así lo afirma el diario madrileño desmontando las sospechas que Urdangarin no está en aquella prisión.
Eso querría decir que la madre no fue la primera en visitarlo sino la esposa, cuando Urdangarin no llevaba ni una semana encarcelado. Ingresó un lunes y el domingo la infanta ya estaba con él. El país desmiente que la madre haya ido, según sus fuentes penitenciarias. La normativa interna permite 40 minutos de visita entre los dos cónyuges y exduques de Palma. La infanta se ahorró colas porque Urdangarín es el único preso del módulo masculino de la prisión de mujeres. El centro le permitió hacer la visita fuera del horario habitual. Un privilegio por tratarse de la hermana del rey.
El diario añade que Urdangarin se hundió cuando vio el centro donde tenía que ingresar: "Se derrumbó. Ni lo que le había contado su abogado ni la preparación psicológica le sirvieron para mantener la calma en ese momento". El hecho de estar solo no ayuda demasiado a una vida normal y recibe atención psicológica. Hay que recordar que fue él a quien escogió vivir en una prisión a solas. La infanta de incógnito, fuera del horario habitual y con el marido hundido. Un panorama que hace difícil imaginar que en próximas visitas alguno de los cuatro hijos del matrimonio vaya al centro a ver a su padre. En este caso, los fotógrafos que pasan horas ante la prisión para obtener la foto del año quizás clicarán la cámara.