A pesar de que la infanta Elena se ha mantenido en un discreto segundo plano, no ha estado exenta de algunos titulares impactantes. Por ejemplo, cuando se publicó que hace treinta años, la primogénita de Juan Carlos y Sofía, tenía una adicción en la que dilapidó miles de euros.

Según el diario ‘La Razón’, Elena era adicta a la teletienda y gastaba miles de euros en productos que prometían bajar de peso de forma rápida y fácil. “Era adicta a la teletienda y compraba casi todos los productos que veía anunciados. Generalmente mostraba un gran interés por aquellos que prometían bajar de peso rápidamente y de una manera fácil”, explicaba el medio.

La infanta Elena tenía dos cómplices para ocultar su adicción

La hermana mayor del rey Felipe VI contaba con dos cómplices, los hermanos Álvaro y Ricky Fuster, para que los paquetes con sus compras no llegaran nunca a Palacio. Los paquetes eran enviados al domicilio de la madre de los Fuster y Elena iba a recogerlos allí.

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Infanta Elena EFE

Lo más sorprendente de todo es que, según ‘Socialité’, nadie en la Zarzuela sospechaba de lo que ocurría cada noche en el Palacio. Elena repetía su ritual de compras en la teletienda todas las madrugadas sin que nadie la descubriera. Incluso cuando sus compras comenzaron a acumularse en el domicilio de los Fuster, nadie en la Casa Real se percató de lo que estaba sucediendo.

La mayoría de compras eran productos para adelgazar

"Año 1990, Palacio de la Zarzuela, nadie tiene la más mínima sospecha de lo que ocurre cada noche. La adicción de Elena es... La teletienda. Elena repetía cada madrugada el mismo ritual, comprar casi todo lo que veía en la teletienda. Casi todo le gustaba pero su debilidad eran los productos adelgazantes. Para evitar que su familia se enterara y la metieran en una clínica de desintoxicación se buscó unos cómplices: los hermanos Fuster (amigos de la familia). Ellos eran las personas que recogían la mercancía comprada por Elena”, contaron en ‘Socialité’. “Enviaba los paquetes a casa de los hermanos Álvaro y Ricky Fuster, que se los guardaban allí para que los reyes eméritos no supieran en qué se gastaba el dinero”, añadían.

La adicción de la infanta Elena a la teletienda no solo era un hábito costoso, sino también peligroso. Muchos de los productos que compraba prometían resultados milagrosos y, en algunos casos, podían resultar perjudiciales para la salud. Sin embargo, Elena no parecía preocuparse por este aspecto y se centraba únicamente en comprar todo lo que veía en la televisión.

La infanta Elena logró mantener su adicción en secreto durante años, pero ahora se ha hecho pública y ha generado una gran controversia. Aunque se trata de un problema que ocurrió hace treinta años, sigue siendo impactante para la opinión pública. Además, se ha rumoreado que actualmente, Elena es adicta a las compras por internet.