La Familia Real española en realidad son dos, cada una liderada por una mujer: Letizia y Elena. La rama que representa oficialmente la Corona y cobra del erario público la encabeza Letizia, con Felipe, Leonor y las dos Sofías, la emérita y la nieta pequeña que vive en Gales. Y la rama maldita, apestada, apartada de los actos oficiales o en el exilio, que tendría que liderar Juan Carlos, pero a punto de cumplir 87 años y viviendo en el desierto, la encabeza la primogénita, la infanta Elena, la más peligrosa enemiga que ha tenido siempre Letizia en la familia. Por clasismo, por preparación moral e intelectual y por tradición, Elena y Letizia representan dos maneras opuestas de entender la vida. Si pudieran votar, Letizia es "podemita" y Elena es de Vox. Aunque la imagen de la reina ha sufrido en el último año a causa de la indiscreción de un antiguo amante, Jaime del Burgo, sigue siendo la mujer del jefe del Estado, la primera dama y la que sale impecable en las fotos, incluso bajo el barro a los 52 años. En cambio, Elena a los 60 años parece la madre de Letizia, por estilismo, peluquería, cuidado de la piel, rictus y, por encima de todas las cosas, como madre.

Letizia en Valencia / EFE
Elena en los toros / GTRES

Lo que delata a un adulto, hombre o mujer, es como ha educado a los hijos. Leonor y Sofía parecen extraterrestres al lado de Froilán y Victoria de Marichalar. No es que sean incomparables. Es que la comparación es ofensiva. Con la agravante de que no existe ningún Borbón que separe a estos cuatro primos. Los Marichalar son los primeros en el orden sucesorio si fallan las hijas de Letizia. Froilán y Victoria dan vergüenza no solo como futuros reyes sino como personas adultas. Acumulan los escándalos y Zarzuela los da por perdidos. Todos los monárquicos saben que si fallan Leonor y Sofía vendrá la República antes que poner la máxima institución del Estado en manos de Froilán o la hermana instagramer. Eso explica que su madre, la duquesa de Lugo, la infanta Elena, la primera de los hijos de Juan Carlos, la divorciada hace 17 años que prefiere estar sola que con ningún hombre, cree que alguien le ha enviado una maldición, un mal de ojo. Y se protege luciendo un amuleto en público en los últimos actos públicos.

Elena con amuleto en Málaga / Instagram

Hace cinco días en un acto de la Fundación Mapfre en Málaga lució un doble collar. Un Bulgari denominado Monete con cadena en oro rosa de 18 qt y colgante en oro rosa de 18 qt con una moneda antigua engastada proveniente de civilizaciones como la griega, la romana o la persa valorado en unos cuantos millares de euros y como recuerda Vanitatis otro colgante amuleto contra las maldiciones: "un colgante con una cruz acompañada por un nazar, un amuleto que está destinado a proteger contra el mal de ojo, muy relacionado con la cultura griega". La inspiración griega viene de su segundo apellido, Grecia, y de su madre, la reina Sofía, que pasea todo tipo de chatarra, bisutería y colgantes como una tarotista

Sofía y Cristina / EFE
Detalle de los colgantes de la reina Sofía / GTRES

Pilar Eyre intenta deshacer el nudo de cadenas de la matriarca del clan: "Los colgantes largos son ojos de tigre, hay una cruz bizantina y unos elefantes, creo. Y un cristo estilizado". Ahora la hija mayor también cree en OVNIS, fantasmas y maldiciones gitanas que le habría enviado su cuñada Ortiz Rocasolano. En realidad lo que le pasa a Elena se llama clasismo, desidia y prepotencia. No hay amuleto que lo cure.